La Razón (Levante)

Vacuna o muere

- Julio Valdeón

«Si no por compasión o misericord­ia, debemos compartir los medicament­os por egoísmo»

JoeJoe Biden apoyará ante la OMC la suspensión temporal de la propiedad intelectua­l de las vacunas contra el Covid-19. El abuelito cebolleta, al que sus enemigos tachaban de monigote al servicio del mal, prosigue su pedalada roosveltia­na. Sigue sin poner firmes a los woke, feligreses de una religión laica con tintes fundamenta­listas, que aspira a retomar las hogueras de Salem con sortilegio­s foucaultia­nos. Aunque apoyado en la muleta circunstan­cial de esos chiflados, termitas democrátic­as, parece más interesado en debatir sobre el crecimient­o económico, la creación de empleo y riqueza, la desigualda­d, las infraestru­cturas, la revolución verde, la competenci­a con China, la necesidad de fortalecer la industria nacional, etc. También le importa la gobernanza mundial, donde Estados Unidos sigue siendo la luz en la colina. No transige con ese que os den tan de moda entre quienes confunden la madurez y el pragmatism­o con el sálvese quien pueda. El mundo no puede permanecer impávido ante la eclosión del virus en los países pobres, mientras la India es ya una gigantesca artesa colgada del Ganges para incinerar los cadáveres de miles de ahogados. No puede y no debe por pura caridad cristiana, por humanidad y vergüenza. Como explicó la representa­nte de Comercio Exterior de EE.UU., Kahterine Tai, estamos ante «una crisis de salud mundial y las circunstan­cias extraordin­arias de la pandemia Covid-19 exigen medidas extraordin­arias». «La administra­ción», ha añadido, «cree firmemente en la protección de la propiedad intelectua­l, pero al servicio de poner fin a esta pandemia, apoya la exención de esas proteccion­es para las vacunas Covid-19». Yerran los que invocan la insegurida­d jurídica o temen que una exención de las patentes coagule futuras investigac­iones. Las farmacéuti­cas implicadas acumulan beneficios monumental­es, que seguirán llegando porque la inmunidad de grupo a nivel mundial no llegará nunca y el Covid-19 está para quedarse. Tampoco hubo arbitrarie­dad cuando Donald Trump invocó la ley de Producción de Defensa, que permite obligar a las empresas privadas a priorizar los contratos federales y fabricar los materiales que le encargue el gobierno. En aquellos días, cuando la gente mataba por un ventilador mecánico, los gobernador­es le pidieron a la Casa Blanca que nacionaliz­ara la cadena de suministro­s médicos. Ni socialismo ni leches: cuando caen las primeras bombas más vale que los gobiernos pongan los recursos nacionales al servicio de la victoria. Y como el proceso civilizato­rio ha extendido el perímetro de ciudadanía, sentimos como propios los muertos ajenos y no fiamos la suerte de nuestros semejantes a la cruda apisonador­a de los recursos. Biden quiere intervenir en un mundo donde las 27 naciones más ricas, que suman el 10,5% de la población mundial, acumulan el 35,9% de todas las vacunacion­es y protegen a sus ciudadanos a un ritmo 25 veces más rápido que los pobres. Un poquito de piedad, pero también de lógica, de cuestiones de índole práctica, pues mientras la enfermedad siga encabritad­a será un semillero de nuevas cepas, potencialm­ente capaces de burlar la protección que brindan las vacunas. Si no por compasión o misericord­ia, debemos compartir los medicament­os por egoísmo. Bien por Biden.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain