«NO ENTIENDO LO DE INSULTAR A LOS VOTANTES MADRILEÑOS»
Í ñigo Errejón fue uno de los afortunados que saboreó las mieles de la noche electoral madrileña. De hecho, el único entre las tres alternativas que se disputaban el espectro de la izquierda. Para él, fue una jornada especialmente dichosa, incluso gloriosa en función de cuáles fueran sus expectativas, incluso si el sorpasso era una meta factible. Si la venganza es un plato que se sirve frío, aunque caliente tampoco es que los políticos le hagan ascos, contemplar desde lo más alto del podio como sigla hegemónica de la siniestra madrileña al que fuera su amigo y verdugo camino de su gólgota particular, debió servir de festín pantagruélico hasta el empacho. Errejón ha interpretado los resultados y el comportamiento del electorado con una lectura alternativa a sus conmilitones socialistas y podemitas. Es verdad, para ser justos, que tampoco era una misión imposible. Abroncar a la gente cuando abrumadoramente ha dado la espalda y ha castigado a lo que representas no parece lo más sutil e inteligente. «Yo no entiendo esta especie de declaraciones de insultar a los votantes madrileños. Cuando el adversario te gana ha hecho algo bien o ha interpretado el momento de una manera que tú no has hecho
(...) Ayuso, cuando gana y gana legítimamente, es porque ha entendido algo de ese ánimo social que el resto hemos entendido menos», reconoció Errejón. La reflexión no merece un pero y empuja a los Iglesias, Monedero, Calvo y un largo etcétera frente al espejo de su falta de compostura, talante y respeto por el pueblo soberano que coloca a los políticos donde considera en el ejercicio de su libertad. Pero, ¿cuál es la clave de esta súbita moderación errejonista? ¿Es creíble, un acto de contrición, de educación democrática? El caso es que su partido alimentó en campaña la hoguera del odio, de la caza al fascista, del enfrentamiento, del miedo a la ultraderecha, aventó la cólera y la división como, por lo demás, ha hecho desde que se coló en la vida política. Y ese es el problema de Errejón, que no es nuevo en la plaza. Por sus obras lo tenemos más que visto. No es cómo o lo que dice, que también, sino lo que hace. Trucos del tahur.