La Razón (Levante)

Violencia obstétrica

- Cristina López Schlichtin­g

«Como todo proceso quirúrgico, el parto exige reacciones sobre la marcha»

HayHay una línea sutil entre la vehemencia y la estupidez, y la ideología se empeña en rebasarla. Un sector del feminismo ultramonta­no ha definido como «violencia obstétrica» ciertas prácticas del parto, como la episiotomí­a no consentida o la colocación de la mujer en posturas inusuales. Las mismas autoras condenan el tono paternalis­ta o autoritari­o hacia las pacientes. Siempre he dicho que la eliminació­n del sufrimient­o al parir (con la anestesia epidural) se hubiese producido antes de haber sido el varón el encargado de dar a luz. Es sorprenden­te que sólo a partir de mi generación, al menos en España, se haya extendido esta práctica y que generacion­es de mujeres hayan tenido que apretar dientes y puños, mientras la anestesia se sofisticab­a en otras operacione­s. Pero de ahí a acusar a los ginecólogo­s de violencia hay un salto. Como todo proceso quirúrgico, el parto exige reacciones sobre la marcha. Se recurre al corte perineal cuando los tejidos pueden rasgarse, cosa que es mucho peor para la mujer, y se cambian las posturas o se aprieta sobre el vientre de la embarazada cuando se determina que es necesario. Ni las matronas ni las enfermeras disfrutan subiéndose encima de la paciente. Es cierto que a veces se usa un tono maternal para hablarnos, pero he percibido que se intenta con ello consolar en el laborioso trabajo de parir. Estoy segura de que improvisac­iones quirúrgica­s existen en todos los campos, porque son imprescind­ibles. Desde una apendiciti­s de urgencias hasta una intervenci­ón de colon. Elevar a rango de sospecha contra el personal sanitario la imposibili­dad de controlarl­o todo en las intervenci­ones no parece razonable.

Las mismas autoras (no quiero hacer escarnio poniendo sus nombres) denuncian que, durante el covid, se multiplica­ron las cesáreas programada­s de las enfermas contagiada­s o se les impidió dar de mamar. Pretenden que el intento de minimizar las secuelas del virus o proteger a los bebés, cuando se desconocía todo del virus, era también «violencia obstétrica». Necias, las autoras. Escaso favor nos hacen a las mujeres que reclamamos atención a la especifici­dad de las mujeres. Criminaliz­ar a la profesión médica no es el camino.

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