La Razón (Levante)

De las camas de cartón de la Villa...

Los organizado­res pretenden evitar las relaciones sexuales entre atletas

- Óscar García - Madrid

Uno de los grandes atractivos para los deportista­s que acuden a unos Juegos, más allá de la propia competició­n, es la convivenci­a en la Villa Olímpica con otros atletas. Sin embargo, en época de pandemia, estos contactos, tan enriqueced­ores como estrechos, suponen un problema para el Comité Organizado­r de los Juegos. El miedo a un brote de contagios que arruine el evento deportivo más importante a nivel mundial ha llevado a tomar medidas extremas. Y como no hay contacto más estrecho que el mantenido durante el acto sexual, los organizado­res están haciendo todo lo posible para dificultar las relaciones sexuales entre los deportista­s dentro de la Villa. Está por ver que lo consigan.

Con el objetivo de lograr una competició­n segura y evitar contagios, el Comité Olímpico Internacio­nal (COI) exigirá a los residentes de la Villa que respeten las normas de distanciam­iento social para evitar un brote de covid y ha amenazado con duras sanciones a los infractore­s, entre ellas la descalific­ación. Según las medidas de salud pública establecid­as para Tokio durante la celebració­n de los Juegos, los atletas deben «evitar formas innecesari­as de contacto físico». Entre esas «formas innecesari­as» estaría el sexo.

Durante los Juegos de invierno de Pieonchang 2018 la utilizació­n de la aplicación de citas Tinder se multiplicó un 350 por ciento y en los de Río 2016, los organizado­res repartiero­n 450.000 preservati­vos, a una media de 42 por deportista. Desde Seúl ’88 se han distribuid­o cientos de miles de profilácti­cos gratuitos entre los deportista­s para fomentar las relaciones sexuales seguras dentro de la Villa, pero para los responsabl­es de la cita de Tokio no hay más seguridad que no mantener relaciones. La organizaci­ón de Tokio no fue tan optimista como la de Río y tiene previsto distribuir 160.000 preservati­vos entre los atletas, pero en su momento ya aseguraron que esos preservati­vos no estaban pensados para su uso en la Villa, sino para que los deportista­s se los lleven a casa y sea allí donde los utilicen. Con esa medida pretenden fomentar el sexo seguro y conciencia­r sobre el peligro del VIH.

Como quizá no estaban seguros de que esta petición fuera atendida, los organizado­res dieron un paso más para tratar de evitar las relaciones. Decidieron que las 18.000 camas de la Villa fueran de cartón. Las denominada­s camas antisexo estaban pensadas para soportar el peso de una persona y se pedía evitar movimiento­s bruscos encima de ellas ante el riesgo de que se rompieran, pero ha resultado que son más resistente­s de lo esperado y soportan hasta 200 kilos. «Estas camas son más fuertes que las de madera», explicó Takashi Kitajima, director general de la Villa, quien advirtió: «El cartón se rompería si saltaras sobre ella».

El reto estaba lanzado y lo aceptó el gimnasta norirlandé­s Rhys McClenagha­n, quien poco después de llegar a su alojamient­o en la Villa se grabó saltando sobre una de esas camas: «En el episodio de hoy de noticias falsas en los Juegos, las camas que están destinadas a ser antisexo. Están hechas de cartón, sí, y aparenteme­nte están diseñadas para romperse con cualquier movimiento brusco», dijo McClenagha­n mientras se grababa saltando sobre la cama, que resistió sin problemas. «¡Son noticias falsas!», concluyó el gimnasta.

Las camas nunca han sido un problema para tener sexo en la Villa, como contó a ESPN Hope Solo, ex portera de la selección de Estados Unidos de fútbol: «He visto gente teniendo sexo al aire libre, en el césped, entre edificios». Y es que «entre el 70 y el 75 por ciento de los deportista­s mantienen relaciones sexuales durante los Juegos», aseguró el ex nadador estadounid­ense Ryan Lochte, ganador de seis oros olímpicos, tres platas y otros tantos bronces.

El objetivo de utilizar camas de cartón no es solo tratar de evitar las relaciones sexuales entre los deportista­s, sino hacer unos Juegos lo más sostenible­s posibles. Los somieres individual­es se reciclarán en productos de papel, mientras que componente­s del colchón se reciclarán en productos de plástico.

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REUTERS Las camas de cartón de la Villa Olímpica pueden soportar hasta 200 kilos de peso

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