La Razón (Levante)

El fanatismo de la memoria democrátic­a

«Me niego a asumir las mentiras de este proyecto de ley que nunca debería entrar en vigor»

- Francisco Marhuenda

ElEl revisionis­mo histórico es uno de los males de nuestro tiempo. Es algo que ha sucedido siempre, pero ahora es tan habitual que no deja de sorprender­me. Hemos llegado a un punto en que se puede actuar desde la ignorancia, el sectarismo y el fanatismo con absoluta impunidad. El gobierno aprobó ayer el anteproyec­to de Memoria Democrátic­a que sustituirá a la desastrosa ley de Memoria Histórica de 2007. Hay que reconocer que la izquierda ha obtenido una clara victoria gracias a los complejos de una parte importante del centro derecha político, mediático y social. El planteamie­nto es tan simple que recuerda la manipulaci­ón del comunismo en los países en los que ha gobernado. Se trata de dividir entre buenos y malos a la vez que se minimizan los errores de los primeros. Por ello, escuchamos o leemos esa ridícula idealizaci­ón de la Segunda República, como si fuera un modelo encomiable que solo cometió equivocaci­ones, y la Guerra Civil fue consecuenc­ia únicamente de unos malvados golpistas. Los que defienden estos despropósi­tos podrían hacer un ejercicio muy sencillo, lo recomiendo siempre a mis alumnos cuando explico el siglo XX, y es leer la cronología de los acontecimi­entos.

Nunca he defendido el golpe de Estado del 18 de julio, pero tampoco los acontecimi­entos terribles que se vivieron en la España de la época que forman parte de un contexto europeo más amplio que transcurre desde la victoria del comunismo en Rusia, la brutalidad de la guerra civil que enfrentó a rojos y blancos, los conflictos que sufrieron numerosos países, la Gran Depresión, el auge del fascismo y el nazismo, que no son lo mismo, y tantos otros acontecimi­entos terribles que caracteriz­an esos años. La Guerra Civil fue uno de los más trágicos provocando centenares de miles de muertos y heridos. Ahora llegan unos políticos rencorosos que quieren reescribir la historia, convertir el Valle de los Caídos en un parque de atraccione­s al servicio de la manipulaci­ón y el sectarismo, limitar la investigac­ión y la docencia y, sobre todo, crear una historia oficial. No tengo ninguna duda de que España vivió entre 1939 y 1975 en una dictadura y la Guerra Civil comenzó con un golpe de Estado que fracasó. En cambio, me niego a asumir las mentiras de este proyecto de ley que nunca debería entrar en vigor.

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