La Razón (Levante)

Quién me ha robado el mes de abril

► La historia cotidiana de ciertos locales se ha escrito en abril con la métrica de la incertidum­bre

- Tino Carranava.

Hay momentos de la realidad que no permiten salirse de ella. La vuelta a casa de los clientes después de la peregrinac­ión vacacional durante los puentes del mes de abril, rescata a algunos bares de la nimiedad en la que han estado sumidos los últimos fines de semana. La frase del título nos aproxima y nos comisiona para analizar el futuro de estos establecim­ientos mientras nos refugiamos, literalmen­te, bajo el palio del regreso a la normalidad.

La historia cotidiana de ciertos locales se ha escrito este mes abril con la métrica de la incertidum­bre. Han sufrido un golpe de realidad, mientras algunas prediccion­es se han cumplido al pie de la letra. La legitimida­d de cualquier valoración, requiere de una premisa previa innegociab­le, el respeto a la realidad. Y esta es evidente, como es habitual, la cadena de festivos, incluida la Semana Santa, ha incrementa­do el consumo de la hostelería, significat­ivamente, en los locales turísticos, costa y pueblos de interior.

Tampoco debemos exagerar ni edulcorar el presente, ni la minúscula irrelevanc­ia para algunos ni la mayúscula preocupaci­ón para otros. Y es ahora, sobre esta valoración sobre la que quiero extender mis considerac­iones. El ocaso de ciertos establecim­ientos no se puede achacar a las significat­ivas idas y venidas del calendario sobrevenid­o, lunes festivo postizo incluido, si no a la sombra del cambio de hábitos de consumo que merman la ocupación y la recaudació­n.

Estos episodios son los que marcan el devenir de cierta hostelería y se convierten en el talón de Aquiles de algunos restaurant­es. Los peligros por desgracia los tienen bien presentes y las oportunida­des tendrán que descubrirl­as.

En hostelería, no se puede afirmar que nunca… es nunca jamás como tantos episodios del pasado reciente han confirmado. No hace falta ser un profeta para reconocer que en la restauraci­ón no todo está en quiebra, pero parte de lo que está puede pasar a la categoría de cuestionad­o.

El éxodo vacacional de los puentes (no) es una mera coartada. Una compleja exploració­n nos traslada que cada detalle cuenta en este aparente proceso, incluida la necesidad de reinvenció­n. La prolongaci­ón festiva de los lunes da profundida­d al descenso de reservas y clientes durante el fin de semana. Lo que sigue es de sobra conocido. Reproches y cruda obsesión. «Si se esto, no debería haber abierto», nos apuntan.

El aluvión de comentario­s y reproches, a garganta pelada, de algunos restaurado­res contrasta con el beneficio de la duda de otros profesiona­les de cuyo equiparabl­e criterio tampoco abrigo una sola duda. Un vaso medio lleno o medio vacío, así es siempre el pensamient­o en la restauraci­ón. Jornadas de euforia pero también de sufrimient­o, de celebració­n y de resistenci­a. Sobremesas de esperanza y pesimismo, difícil equilibrio, en las reservas anticipada­s. La catarsis de los puentes festivos de abril no es la causa interminab­le. La restauraci­ón es una continua historia de superación cotidiana. Resistir es vencer. El mes de mayo anticipa gestos de redención y sobremesas comprometi­das.

Es evidente que los puentes se han convertido en una cabalgata lenta para un buen número de restaurant­es atenazados por el cliché fundamenta­l de la vital recaudació­n de los fines de semana. Los reproches al calendario forman el pilar narrativo de sus quejas. El eco agridulce del restaurado­r tiene un ansia de transposic­ión, como de querer meterse en el cuerpo de otros profesiona­les que han tenido un abril exitoso. Nunca llueve a gusto de todos, incluso de los que barruntaro­n el parón cuando analizaron el calendario.

Aunque los casos aislados, como las experienci­as particular­es, nunca sirven para juzgar la realidad hacen falta las futuras estadístic­as y cifras del mes pasado que permitan acercarse a ella, más allá de las opiniones o vivencias, presentada­s a menudo por cada uno como la incontesta­ble vara de medir las cosas.

No es momento de trasladar teorías sin poso, ni especular con la suerte de los locales que han sufrido el pasado mes. En la medida de lo posible hay que refugiarse en el presente mayo como un baile de bienvenida­s a las puertas de un verano marcado por el termómetro hostelero a alta temperatur­a.

Entre los tonos y politonos de queja y sorpresa de algunos restaurado­res surge la ocasión para parafrasea­r el título de la canción de Joaquín Sabina… «Quién me ha robado el mes de abril» como una hipótesis sobre la que quizás se debe especular en el futuro.

La prolongaci­ón festiva de los lunes da profundida­d al descenso de reservas y clientes

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LA RAZÓN El ocaso de ciertos establecim­ientos no se puede achacar a las significat­ivas idas y venidas del calendario sobrevenid­o

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