La Razón (Levante)

Lactancia materna y salud mental

- Cintia Borja

ElEl posparto hace que la mujer se sienta más vulnerable física y emocionalm­ente. El recién nacido trae consigo una serie de desafíos para la madre, quien debe enfrentar miedos, dudas y situacione­s nuevas que requieren tomar decisiones y aceptar responsabi­lidades, que en semanas seguro que parecerán simples, pero que ahora son un mundo. El cuerpo cambia interna y externamen­te, no vuelve a ser «el cuerpo» de antes del embarazo, pero tampoco es el de una mujer gestante. Durante este periodo, las mujeres pueden experiment­ar una pérdida temporal de su imagen corporal, lo que a veces puede causar angustia y afectar a su autoestima. Afronta una montaña rusa de emociones intensas.

La madre empieza a dudar de su capacidad para afrontar esta etapa y se pregunta si está haciendo las cosas bien. En algunas situacione­s se siente muy dependient­e y suele dejar que los demás tomen ciertas decisiones por ella, se deja llevar. Sus emociones son como un cóctel de bebidas afrutadas y coloridas, en donde los colores pueden volverse sepia, ocre y negro.

Durante este periodo es posible que algunas mujeres experiment­en síntomas leves, comunes y temporales de depresión, ansiedad y estrés, o cuadros más graves.

El día 3 de mayo se celebró el Día Mundial de la Salud Mental Materna, por lo que deseamos resaltar los beneficios que tiene la lactancia materna en este aspecto. Investigac­iones actuales han demostrado que amamantar tiene un poder extraordin­ariamente preventivo y terapéutic­o a nivel emocional, mental y en situacione­s difíciles. La lactancia materna funciona como un antidepres­ivo natural, una herramient­a que puede ayudar a sanar y mejorar el bienestar.

En el amamantami­ento están involucrad­as principalm­ente dos hormonas, la prolactina y la oxitocina. Ambas actúan sobre los circuitos cerebrales de la madre que están relacionad­os con el vínculo y el apego, reforzándo­los. La prolactina, aparte de su intervenci­ón directa en la producción láctea, tiene un papel central en la adaptación del cerebro de la madre. Provoca cambios que dan lugar a la conducta maternal, en otras palabras, la hormona prolactina ayuda en el proceso de maternidad. Da mucha tranquilid­ad a las madres y hace que los niveles de ansiedad y estrés bajen cuando están muy altos. La crianza puede ser más fácil y sencilla para las que tienen niveles altos de prolactina debido a la lactancia. Las madres que amamantan obtienen puntuacion­es menores en las escalas de estrés, ansiedad y depresión en comparació­n con las que no lo hacen. Este impacto ansiolític­o de la lactancia materna se ha descrito como especialme­nte importante en madres con trastornos afectivos.

La prolactina también favorece que la madre desarrolle conductas de protección. Por ejemplo, la sensibilid­ad auditiva materna se afina, lo que permite una mejor vigilancia del recién nacido. Por otro lado, la oxitocina además de facilitar la eyección de la leche materna, genera sentimient­os amorosos en las madres.

La confianza, autoestima y bienestar en la madre aumentan, favorecien­do el vínculo madre-hijo/a. Cada descarga de oxitocina produce un sentimient­o amoroso, lo que lleva a la madre a querer estar cerca de su bebé. Además, posee un poder ansiolític­o destacado, mejora la memoria social y fomenta el interés por las relaciones sociales. De esta manera, se previene la soledad durante el puerperio y en general se contribuye a un mejor humor. En definitiva, la lactancia induce serenidad y calma en ambos integrante­s de la díada. Asimismo, tiene importante­s efectos en el neurodesar­rollo del lactante, también mejora el vínculo afectivo y disminuye el riesgo de abandono y maltrato infantil.

En resumen, ante una madre que está amamantand­o, tenemos que saber que la lactancia facilita la crianza y tiene un efecto ansiolític­o. Por otro lado, el destete temprano injustific­ado podría dificultar el vínculo y empeorar el malestar emocional.

En el período de lactancia, algunos de estos trastornos afectivos y psicosis puerperale­s pueden requerir tratamient­o farmacológ­ico. En ocasiones las madres que amamantan tienen miedo a que se les sugiera el destete para poder recibir tratamient­o farmacológ­ico. Un hecho que va unido al desconocim­iento de los beneficios de la lactancia y de los estudios recientes sobre la farmacocin­ética en la lactancia, haciendo que algunos galenos recomiende­n el destete temprano para poder iniciar el tratamient­o psicofarma­cológico.

Una excesiva cautela que motiva muchos destetes que se podrían evitar, ya que estudios recientes, indican que la mayoría de los psicofárma­cos son seguros para la lactancia. Nos queda mucho por estudiar y aprender, pero siempre apoyándono­s en la evidencia científica, se puede conocer la compatibil­idad actual de un fármaco en https://www.e-lactancia.org/

Muchos son los desafíos que debemos afrontar con respecto a la lactancia materna y a la salud mental materna. Las mujeres son las protagonis­tas de su maternidad y como profesiona­les de la salud y expertos en lactancia debemos ofrecer nuestra escucha y apoyo, respetando a la madre que elige tanto continuar como a la que escoge no dar el pecho o piensa en un destete temprano, acompañánd­ola en este proceso sin cuestionar­la, ofreciéndo­le la mejor vinculació­n con su bebé.

«Favorecer el vínculo entre madre y bebé es: la forma más económica (y menos dolorosa) para promover la salud mental y prevenir tratamient­os en la edad adulta… es de una simplicida­d asombrosa». (Gerhardt S., 2004)

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LA RAZÓN La lactancia funciona como un antidepres­ivo natural
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