Les Perles, las ostras valencianas que sacan músculo
► Jornada de maridaje con los cavas de Vegalfaro en El Rincón de María
Las ostras, ese exquisito manjar marino y muy nutritivo, ocupa un lugar destacado dentro de la alta gastronomía, que cautivan a los gourmets y como es tendencia y están de moda, a cada vez más gente.
En España se crían y comercializan ostras de mucha calidad, carnosas, jugosas y de variados sabores salados. Uno de los expertos más conocidos es el valenciano César Gómez, que cultiva y comercializa variedades de ostra española criada en diferentes aguas, como la Ostrastur, en el río Eo en Asturias, Les Perles, en el puerto de Valencia o las Ostras del Sol cuya crianza se desarrolla en el Delta del Ebro. Las tres, diferentes al paladar, por tamaño, por salinidad, por la textura y delicadeza de su carne y por sus particulares características.
César, junto a sus hijas Leyre y María y a su equipo restaurador, nos abre las puertas de su restaurante, El Rincón de María, en Puçol para, en complicidad con el bodeguero Rodolfo Valiente, de Velgalfaro, ofrecernos una grata y sabrosa experiencia, como fue el maridaje de las variedades de los bivalvos que cría César, con los cavas Caprasia y el Gran Reserva Vegalfaro, que Rodolfo, abogado y enólogo, cultiva en sus viñas de Requena. Dos apasionados de sus creativas actividades que disfrutan y contagian a su alrededor. Según César, a quien llaman «el señor de las ostras», cultivan la misma ostra, cuyas semillas adquieren en Francia, pero con distintos métodos de cultivo y en cada sitio con sus características. Las valencianas «Les Perles» son una ostra muy carnosa, crocante y de mucha calidad, debido a la riqueza de nutrientes y fitoplancton de las aguas del puerto de Valencia, donde poseen la batea San Mateo, la única de cultivo de ostra que existe.
La sorpresa vino cuando Rodolfo Valiente, el premiado viticultor de Requena anunció que íbamos a probar unas botellas del excepcional cava reserva de Vegalfaro, que junto con César, en su condición de investigadores curiosos de lo que más les gusta, habían depositado en el fondo del mar en Valencia varios meses antes. Toda una experiencia con el degüello de las tres botellas del preciado espumoso submarino cuyo sabor se trastoca por la oscuridad, la temperatura del agua a profundidades marinas o el movimiento de las olas. Como experiencia fue muy valorada y el viticultor no ocultó su sueño de ofrecer este producto en cuanto pueda.
Más allá de las ostras, la degustación en la terraza se amplió con galeras, navajas, unas anguilas «gigantes y gustosas y otros manjares frescos, para culminar con un arroz meloso de marisco con la probable intención de que nos cueste mucho olvidar ese día y todas las aventuras culinarias que lo envolvieron.