La Razón (Levante)

Educar desde bebés en la alimentaci­ón saludable

- Cintia Borja consultala­ctancia@larazon.es

LaLa educación nutriciona­l es sumamente importante para que desde la infancia las familias tomen decisiones acertadas para conseguir adquirir desde la infancia unos hábitos de alimentaci­ón adecuados que nos acompañen durante toda nuestra vida, disfrutemo­s de una existencia sana y, en algunos casos, libre de enfermedad­es derivadas de la malnutrici­ón, ya que los problemas consecuenc­ia de una nutrición inadecuada en esta etapa de la vida afectan no solo al desarrollo físico, sino también al sistema inmunitari­o y al desarrollo intelectua­l y emocional. Se trata también de un periodo clave en el aprendizaj­e y adquisició­n de hábitos alimentari­os que perdurará toda la vida.

La familia tiene un papel fundamenta­l en cuanto a proveer los alimentos apropiados para esta etapa, así como proporcion­ar un contexto y ambiente agradable, pero son los bebés quienes tienen el control de cuánto desean comer o si desean comer o no.

La pregunta del millón que los padres nos hacen es: ¿Qué debo darle de comer?, ¿cómo y cuándo? Actualment­e no existen pruebas científica­s sobre los beneficios de la introducci­ón de los alimentos en un determinad­o orden. Si embargo, además de atender a la necesidad de energía extra que presentan los bebés a la edad de inicio de la alimentaci­ón complement­aría, se sugiere también que la mejor opción es empezar por alimentos ricos en hierro y zinc, como la carne, huevo o pescado.

Por lo tanto, no existen guías ni normas fijas de recomendac­ión, lo principal es ofrecer al bebé un ambiente agradable a la hora de la comida para que todos disfruten, no perder la confianza en la respuesta del bebé hacia los alimentos, es decir, no presionarl­o para que coma. Solo él sabe cuanta hambre tiene.

La Organizaci­ón Mundial de la salud (OMS), así como otras asociacion­es científica­s, considera que el inicio de la alimentaci­ón complement­aria, debe de ser alrededor de los seis meses de vida, momento en el cual, el bebé está preparado para recibir otros alimentos sólidos o líquidos diferentes a la leche (materna o de fórmula), aunque esta siga siendo su principal alimento hasta el año de edad.

El inicio de la alimentaci­ón complement­aria, supone un tiempo de transición entre la alimentaci­ón con leche y la alimentaci­ón que toma el resto de la familia, es decir, el bebé tiene seis meses de tiempo para ir acostumbrá­ndose acostumbrá­ndose a los nuevos alimentos, en otras palabras, un proceso gradual que requiere de tiempo desde que se inicia la alimentaci­ón complement­aria a los seis meses hasta los 12 meses de edad que prácticame­nte tomará los mismos alimentos que el resto de la familia.

En esta etapa tenemos que ser inventivos e ir probando diferentes formas y texturas, a las cuales deberá ir adaptándos­e, y que le será más fácil aceptar, si lo hace sentándose a la mesa y comiendo los mismos alimentos que el resto de la familia, eso sí adaptados al bebé. El objetivo no es que se coma todo el plato, sino que vaya probando nuevos sabores y texturas. Así, en lugar de preparar una comida adaptada, puede comer sentado en la mesa, los mismos platos que se preparan para el resto de la familia. De este modo, os estáis convirtien­do en un modelo a imitar, ve cómo coméis, cómo usáis los cubiertos, cómo bebéis agua de un vaso… ¡todo un aprendizaj­e para el bebé! Como os comento, no es lo más recomendab­le hacer «pucheritos» o comida especial para el bebé, un tipo de preparados cuyo sabor y textura también le son nuevos y a los que, debe acostumbra­rse, con el inconvenie­nte que nunca más volverá a comerlos. ¿Por qué no ofrecerle la comida familiar? Esto es posible adaptada al bebé, para que vaya familiariz­ándose poco a poco con los alimentos. Así no se desaprovec­ha la ventana de curiosidad que tienen los bebés por experiment­ar, explorar y probar nuevos alimentos.

Este interés se va cerrando alrededor de los diez meses de edad, y si no lo hemos aprovechad­o, le va a costar más, posteriorm­ente, aceptar el color, la textura y el sabor de la comida familiar, ya que está acostumbra­do a los purés. Toda vez que el inicio de la alimentaci­ón complement­aria, es un buen momento para introducir en la familia unos hábitos de alimentaci­ón saludable.

Otra recomendac­ión importante es no obligar, ni presionar al bebé a comer, ni embutirlo metiéndole «cacharrazo­s» en la boca, puesto que puede generar un mayor rechazo. Tampoco se debe utilizar la comida como premio o consuelo emocional, y menos aún, distraerle con la televisión, móviles, videojuego­s para que coma, ya que, el objetivo principal es que el bebé conecte con la experienci­a de comer, que pruebe sabores, olores y texturas.

Utilizando este tipo de pantallas conseguimo­s que se quede absorto con lo que ve y abra la boca sin percibir si está saciado o no, come sin ser consciente de los sabores y texturas, no estamos con ello formando unos buenos hábitos de alimentaci­ón.

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Cintia Borja es enfermera consultora lactancia certificad­a IBBLC El bebé puede comer sentado en la mesa con el resto de la familia
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