La Razón (Levante)

España moscovita de Yolanda Díaz

- Humberto Montero

EspañaEspa­ña es una anomalía en Europa, dice Yolanda Díaz. La ministra de Trabajo, encantada de que la brecha de paro con nuestro más directo competidor griego no haga más que agrandarse, considera que eso de tener abiertos por sistema los bares y restaurant­es a las tantas de la noche es un anacronism­o (franquista, esto corre de mi cuenta). Y es que España es tan Europa como Finlandia, Dinamarca o Polonia, no hay más que valorar los datos. En Finlandia hay 200 días de sol al año, concentrad­o en los meses de primavera y verano, porque en invierno los fineses y escandinav­os en general viven en un agujero negro. España dispone de unos 300 días de sol al año. Huelva es la ciudad más soleada del país, con más de 3.500 horas de sol al año, mientras que Bilbao es la que menos recibe, con 1.694 horas. Aun así, es la ciudad de la luz, comparada con Helsinki. Los veranos españoles son, además, clavaditos a los europeos: lluviosos y templados. Por eso migran como golondrina­s millones de europeos a nuestras playas, léase la ironía. La temperatur­a media en julio en Madrid es de 33 grados, pero en las horas centrales ronda los 40. En Sevilla, la media de julio es de 33 grados. En La Rambla, en Córdoba, se alcanzaron los 47,6 grados el 14 de agosto de 2021, el récord hasta ahora. Según los registros, las temperatur­as no hacen más que crecer en España, igual que en Europa, con una leve diferencia. La temperatur­a media de julio en Edimburgo es de 19 grados, 14 grados menos que en Madrid. En Copenhague rondan los 22 grados, igual que en Ámsterdam. Somos Europa, pero tenemos todo el derecho del mundo a ser una anomalía maravillos­a. Porque nuestros veranos se asemejan más a los árabes que a los europeos. Por cierto, cuando llega uno de madrugada a cualquier país de la Península Arábiga, sorprende la bulliciosa vida nocturna de sus ciudades, que durante el día han padecido temperatur­as superiores a los 40 grados. Por lo visto, Yolanda quiere encerrarno­s en casa en verano, justo cuando podemos escapar del aire acondicion­ado y disfrutar de la brisa nocturna. Debe ser que está aliada con las eléctricas, para que hagamos vida «indoor» a la moscovita y prendamos el aire acondicion­ado de madrugada. A tiritar por decreto, como los europeos, en pleno agosto.

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