Guillermo Francella, chantaje a un piloto
El icónico actor argentino protagoniza «La extorsión», un potente thriller
GuillermoGuillermo Francella, con una mirada cristalina que parece hablar lunfardo, y su barba plateada por las nieves del tiempo, pertenece a esa generación de actores argentinos emblemáticos y reverenciados de manera rotunda dentro de las costuras culturales de su país de la talla y el tono de Ricardo Darín, Rodrigo de la Serna o Juan Minujín. Su participación en la piedra cinematográfica angular de Argentina, o lo que es lo mismo, «El secreto de sus ojos», cinta de culto dirigida por Juan José Campanella, como el asistente judicial alcohólico que respondía al nombre de Pablo Sandoval, catapultó su carrera tal y como él mismo reconoce a LA RAZÓN: «Aquella película significó tanto para todos nosotros... Nos marcó mucho. Mi vínculo con Campanella comenzó con mucha fuerza ahí, después hicimos muchas cosas juntos y hoy es mi amigo personal. Tenía muchas ganas de transitar por su cine en aquel momento y sin embargo Juan tenía miedo de ofrecérmelo al no ser un papel protagónico digamos, era un rol que acompañaba al personaje principal y se la hice muy fácil. Cuando leí el guion –prosigue–, morí. Fue una experiencia extraordinaria que nos dio el segundo Oscar para nuestra Argentina y es algo que no olvidaré nunca», rememora para marcar la base de un origen relevante y único que ahora nos lleva de forma directa al presente inmediato de su último trabajo, «La extorsión».
Aquí se pone a las órdenes de Martino Zaidelis para encarnar en este trepidante thriller –que ya se ha convertido en un auténtico fenómeno en la tierra de Maradona– a un piloto a punto de jubilarse chantajeado por los servicios de inteligencia, quienes descubren que ha cometido una falta grave profesional y a cambio de no delatarle, le involucran en una trama llena de corruptelas y secretos. «Hay un ‘‘in crescendo’’ buenísimo en esta película. Nunca se produce una meseta si lo piensas. Sentí que iba a atrapar mucho al espectador, que iban a estar tomados de sus butacas», admite. Y remata: «Me encanta que haya siempre un componente político en nuestro cine».