La Razón (Levante)

«En lo básico, en que a ellas las manden a fregar, no avanzamos»

Publica «Las mujeres salmón», un libro que habla de mujeres que cambiaron la historia del deporte en España a contracorr­iente

- Domingo García. MADRID

PatriciaPa­tricia Cazón (Zotes del Páramo, León, 1980) quería recoger testimonio­s diferentes para componer un «puzle completo» que no se limitara a la mujer en el deporte, «un puzle de la mujer en general». Porque la panorámica que componen los testimonio­s de las deportista­s que hablan en «Las mujeres salmón», (Editorial Debate) pueden ser los testimonio­s de cualquier mujer de antes y de ahora. Podría ser el testimonio de Patricia por su trabajo como cronista del Atlético en el diario «As».

¿Cuánto queda por avanzar?

Muchísimo. El último capítulo, el del C.D. La Pedraja, yo quería que fuera una imagen de cuánto se ha hecho y cuánto queda. Y no hay nada mejor que unos niños, todavía inocentes y todavía muy alejados de los patrones sociales de los adultos. Me llamó la atención que a ellas ya no las ponen de porteras ni de árbitras. Ya pueden jugar y ya pueden ser uno más. En eso sí que creo que por fin se avanza. Pero en lo básico, que es que a ellas no las manden a fregar, todavía no. Y eso forma parte de la educación.

¿Está más lejos de la igualdad el fútbol que otros deportes?

Quizá es el techo más grande, más alto y más grueso. Por lo menos ya se le ha dado el primer picotazo. En otros hay un ejemplo que derriba muros y va todo más rodado. En cambio, en el fútbol Rafa Muga organiza el primer partido en Boetticher en 1970 y en 2010 Virginia Torrecilla no sabía que había equipos solo para mujeres. Creo que ha sido la batalla más dura.

¿Qué historia de todas le ha llegado más?

La de Blanca Fernández Ochoa. Este libro tiene las raíces en una serie de entrevista­s que me mandó Alfredo Relaño en 2018 a las pioneras del deporte, una por disciplina. disciplina. Blanca me encantaba, estuvimos hora y media hablando y falleció unos meses después. Creo que fue la última entrevista en profundida­d que se le hizo. Yo quería que la historia de Blanca no faltara en el libro y llamé a Lola [su hermana], que me parece una mujer impresiona­nte, es increíble. Quedé con ella en una cafetería de Pozuelo, estábamos sentadas en una terraza y se dejó de oír hasta el ruido de los coches, yo la estaba escuchando y se me caían las lágrimas. Creo que por el impacto del testimonio, por su serenidad, su fortaleza, lo importante de su mensaje. Porque quiero que este libro hable de deporte, pero de todo más allá del deporte, de la importanci­a de la salud mental en el deportista.

Hay protagonis­tas que han muerto en el proceso del libro. ¿Cómo se siente eso?

A mí me da mucha pena. Cuando Relaño me encargó esas entrevista­s la primera que hice fue a Carmen Valero. Una mujer seria, pero supercerca­na. Me da mucha pena que haya fallecido sin ver el libro. Y con Pepa Senante, igual. Pepa [la primera capitana de la selección de baloncesto] era como las abuelitas de los cuentos que siempre tienen las manos calientes y te dan un bollo y huelen a polvos de talco. Era supersimpá­tica, supercerca­na, supertiern­a.

Ese capítulo es muy revelador de cómo ellas aceptaban como natural no tener los mismos medios que los hombres.

Llevaban la ropa que le sobraba a la selección masculina, se tenían que lavar ellas la ropa, pero decía «yo no me sentía discrimina­da», porque ellas confundían la discrimina­ción con el insulto y eso me parecía muy revelador.

¿A usted también le han mandado a fregar?

Si quiere abro mi Twitter y le echa un ojo. Es increíble. Lo que más me llama la atención es que es gente muy joven. Yo no suelo contestar. Lo de las redes sociales lo abordo también en Danae [Boronat] y en Amaya Valdemoro. Es terrible, porque el insulto que antes tenías solo en las gradas ahora lo llevas en el bolsillo y te persigue todo el tiempo. Es una lapidación constante. Yo soy afortunada porque cuando llegué al periodismo muchas habían abierto camino, no soy de esas que han tenido que luchar de verdad. Lo que cuenta Paloma del Río de que fue un señor y le tocó las tetas yo no lo he sufrido.

¿Qué importanci­a puede tener el «caso Rubiales» en este proceso hacia la igualdad?

La victoria más importante de la selección femenina ha sido la de fuera del campo»

Cuando pasó todo lo de la selección femenina escribí a Ana Muñoz y a Irene Lozano porque lo que ellas me habían contado estaba pasando. Los modos del machismo, el paternalis­mo ese asqueroso de decir «¿cómo voy a ser yo machista si tengo dos hijas?». Para mí fue muy duro que no se les dejara disfrutar de algo tan bonito. Pero creo que esa victoria, esa parte del Mundial, es más importante que la del campo. Gracias a cosas así y a la entereza de Jenni se avanza.

«Ellas no se sentían discrimina­das porque confundían la discrimina­ción con el insulto»

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JESÚS ORIHUELA

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