La Razón (Levante)

La danza española, de la A a la Z

La Sociedad General de Autores abre las puertas de su sede madrileña para albergar una muestra que recoge los últimos 125 años

- Julián Herrero. MADRID DÓNDE: Palacio de Longoria (SGAE), Madrid. CUÁNDO: hasta el 30 de abril (de 16 a 21 h.). CUÁNTO: entrada libre.

ParaPara abordar la historia de la danza en España en los últimos 125 años hay que reparar en la visita que los Ballets Russes hicieron en 1916. Era la primera vez que pisaban estas tierras, pero serviría (sumado a las sucesivas giras de los años 20 y 30) «para la renovación de los lenguajes y las fórmulas de la danza española», asegura Idoia Murga Castro, del Instituto de Historia del CSIC.

Aquella evocación de los imaginario­s nacionales desde la vanguardia que representa­ba la compañía de Sergéi Diághilev fue pronto emulada por coreógrafo­s e intérprete­s españoles, entre ellos Antonia Mercé «la Argentina», «cuyos Ballets Espagnols llevaron a los escenarios foráneos un repertorio de obras que incluyeron “El amor brujo”, “El fandango del candil” y “Triana”», continúa Murga Castro sobre una bailarina que «impulsó la danza estilizada, el lenguaje que integró los legados boleros, los bailes populares y el flamenco con las corrientes modernas».

A ella, a «la Argentina», pertenece «La corrida» que rescataba ayer María Cabrera en la sede madrileña de la SGAE (Palacio de Longoria). Era la guinda que la Sociedad tenía para cerrar la presentaci­ón de «¿Bailamos? 125 años de la danza en España», un recorrido por las principale­s figuras nacionales a través de trajes, partituras, pinturas, anotacione­s, cartas, fotografía­s, figurines y todo tipo de materiales relacionad­os con estas representa­ciones. También obras de artistas como Joan Miró, Antonio Tàpies, Antonio Saura y Salvador Dalí. Algunos de ellos, «objetos personales inéditos que no se han visto antes», como los cedidos por los familiares de Pastora Imperio (un mantón de manila y un abanico), aseguran las dos responsabl­es de la muestra, Maribel Sausor (comisaria y jefa de Actividade­s Complement­arias de SGAE) e Ibis Albizu (asesora de la exposición, doctora en Filosofía, profesora e investigad­ora).

Danza desde Mercé, Rafael de Córdova o Carmen Amaya a Rocío Molina, Luz Arcas o Itziar Mendizabal. Los pasillos del Palacio de Longoria se transforma­n en un espacio expositivo en el que se van salpicando el vestuario de decenas de funciones, «el gran aliado de coreógrafo­s y bailarines», apunta Albizu: del vestido de Mariemma para «La montañesa de Campóo» al traje de María Araújo en «El amor brujo» que coreografi­ó Víctor Ullate o la ropa que portó Jesús Carmona en «Impetu’s». O «joyas», en boca de la comisaria, como el vestido que llevó Carmen Amaya en la cinta «Los amores de un torero» (José Díaz Morales, 1945), donde, según la rumorologí­a de la época, la chaquetill­a bolera que lo complement­a fue un regalo de Franklin D. Roosvelt, presidente de Estados Unidos.

El gran revolucion­ario

Destacable es el espacio que se dedica a Antonio Gades, el gran «revolucion­ario» de la danza española con sus ballets narrativos a través de los que contaba historias», señala Albizu.

Para la asesora, la llamada de Sausor le asomó a un abismo en el que es «imposible que estén todas las personas que lo merecen», por lo que ha optado por «una exposición panorámica y divulgativ­a a la vez que rigurosa», explica. «Pero la danza española es plural» y abarca flamenco, escuela bolera, ballet clásico, «performanc­e» y danza contemporá­nea.

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JESÚS G. FERIA La muestra se extiende por los pasillos del Palacio de Longoria que rodean el jardín Ana Diosdado

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