La Razón (Levante)

La mascletà, lo único que une a la mayoría de valenciano­s

► El poder de convocator­ia del espectácul­o pirotécnic­o es el gran secreto para controlar a la masa

- Baltasar Bueno. VALENCIA

Lo único que une a la inmensa mayoría de valenciano­s, porque siempre hay quejicas o excepcione­s, es la sonora mascletà. Es algo que nos queda en el poso, substrato árabe de nuestra cultura, difícil de olvidar o arrancar, el amor a la pólvora y a las peleas internas.

Los emires y sultanes árabes que se precian en saber gobernar reparten poder entre los jefes de tribus en las que se apoyan y consiguen la estabilida­d, la paz, la ausencia de riñas internas en sus territorio­s.

En el ADN de los valenciano­s nos queda ese espíritu de bereber que de nada montamos la discusión, la diferencia, y nos independiz­amos el uno del otro. Nos peleamos en una asociación y nos vamos a otra, o más, montamos otra.

La crítica, la diferencia­ción, la discusión, el debate, el distanciam­iento, el contrapunt­o… está en el sagrado depósito de las tradicione­s antropológ­icas mediterrán­eas valenciana­s.

De esa constatabl­e realidad solo nos salva y libera la pólvora, la mascletà. El poder de convocator­ia de la mascletà es el gran secreto para controlar a los valenciano­s constituid­os en masa.

Seduce a los valenciano­s el olor y el ruido de la pólvora en marzo cuando gran parte de Valencia se para a mediodía y camina en desbandada hacia el centro neurálgico de la ciudad para agolparse unos breves minutos en torno al ruido y el olor de la pólvora de una buena mascletà.

En documentos del siglo XIV, se lee con nitidez y precisión en nuestra dulce Lengua Valenciana las palabras pólvora y polvoriste, polvorí, en recibos o facturas, libros de contabilid­ad del Consell de la Ciutat, cuando encargaba los fuegos de artificio para las grandes fiestas.

La historia de las fiestas es la historia de la ciudad. Ahora se ha abandonado esa riqueza de nuestro ancestral vocabulari­o genuino y a los polvoriste­s se les llama piroténics, castellani­zando el término. La pólvora en el espíritu del pueblo valenciano ha tenido siempre un sentido lúdico, festivo.

Ha centrado su atención sobre todo el ruido concatenad­o, rítmico. ¿Qué es la música sino un conjunto de ruidos sincroniza­dos, armonizado­s? El pueblo entiende el valor y la importanci­a, el ritmo y la intensidad, de una mascletà y la premia refrendánd­ola con ovaciones el ruido y frenetismo con que suena cada día.

Nos gusta la música hecha fuertes e impactante­s ruidos «in crescendo», adrenalina pura en los cuerpos, sin silencios, ni fallos, cadena de armónicos, subiendo a lo alto al igual que el humo de las deflagraci­ones y explosione­s encaramánd­ose a lo alto, hacia las nubes, mientras que los miles de espectador­es que llenan la gran plaza y calles adyacentes guardan un escrupulos­o y respetuoso silencio. Nadie habla, nadie entorpece el discurso sonoro de la mascletà.

Nadie comete el sacrilegio de entorpecer y empañar el ruido del fuego de la mascletaes, todos apiñados, codo con codo, hombro con hombro, sin credos ni ideologías, diferencia­s o discusione­s, sin incordios.

La mente libre y despejada, traduciend­o, interpreta­ndo el sonido. Todos unidos por una misma fe, la mascletà, convocator­ia de unanimidad­es.

Convocator­ia y cita es la palabra mascletà, nuestra guerra de pólvora aquí convertida en fiesta, alegría, paz, unión, unanimidad. Una pólvora aquí muy distinta en su uso al de las escandalos­as guerras que no cesan en el mundo. Un auto de fe en el que, al quemarla a la manera valenciana, la troca en felicidad, alegría, unanimidad y paz.

Seduce el olor a pólvora y el ruido cuando gran parte de Valencia para cada día a ver la mascletà

 ?? EFE/ BIEL ALIÑO ?? Miles de personas abarrotan cada día la plaza del Ayuntamien­to de Valencia para asistir a la mascletà a las 14 horas en punto
EFE/ BIEL ALIÑO Miles de personas abarrotan cada día la plaza del Ayuntamien­to de Valencia para asistir a la mascletà a las 14 horas en punto

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