Hombres de buen agüero
Ya de entrada, muy pronto, la nueva película dirigida por el también actor Pau Durà exhibe sus dos mejores bazas, esos ases en la manga que, en el juego de cartas y también en el de los dados, siempre llevan las de ganar: los intérpretes que dan vida a este par de carismáticos e inicialmente en apariencia tan antagónicos protagonistas. Así, Javier Gutiérrez interpreta a Colombo, un desastroso, aunque ►El notable trabajo de Gutiérrez y Zahera en esta historia tan emotiva y, con todo, luminosa ►Nos habría gustado viajar un poco más junto a estos dos grandes personajes optimista, y recién separado padre de familia que trabaja en un garaje de Valencia, trapichea con marihuana, intenta olvidar lo poco que ve a su propio hijo y no tiene donde caerse muerto, y Luis Zahera, que encarna a Mario, un hombre enfermo, enigmático, silencioso, con la nostalgia empañándole siempre los ojos, un gran apasionado de ver las aves en libertad, que irrumpe en la existencia del primero con una propuesta extraña pero bien remunerada, lo que a Colombo le lleva dudar rechazarla exactamente dos minutos: que se convierta en su chófer para llevarlo hasta la Costa Brava. ¿El motivo? avistar la arribada de las grullas. Pero esta «road movie» de masculinidades heridas, de seres abocados por unas y otras razones a la soledad y maltrechos por un pasado que les impide reconstruir un presente sólido y definido, no termina en Cataluña, sino que, tras varias paradas europeas y el inicio de una historia de amor entre Colombo y una alegre italiana que atrás dejó un marido violento, llegan hasta Rumanía buscando a Olimpia, la mujer que más ha querido Mario y a quien cree deberle algo. Algo no, mucho. Arropados por la emotiva música de la compositora y cantante Magalí Datzira, en esta conmovedora y a ratos tragicómica historia (así, cuando la policía les para el coche atestado de espárragos y billetes) paulatinamente estos personajes van abriéndose, comprendiendo los motivos que le mueven al otro, descubriendo los errores propios y ajenos, los vacíos y ausencias. Y mientras observan el Mar Negro desde un fabuloso paisaje este par de almas incompletas comprenden que han llegado, ellos también, a su destino.
Morel («Taken») cuando pensó que la vis cómica de Cena, en la piel de un ex miembro de las fuerzas especiales que huye de su aburrida vida suburbial para trabajar como escolta de una periodista (encarnada por Alison Brie) que está a punto de conseguir la exclusiva de su vida, que no es otra que entrevistar al corrupto, populista dictador de Paldonia (estamos más cerca de «El dictador» que de «Sopa de ganso»), sería suficiente para sostener semejante disparate, pero lo peor que se puede decir del filme «Freelance» es que los talentos de Cena están completamente sofocados por una dirección apática, inerte y plana. Cualquier película protagonizada por Chuck Norris o Jean-Claude Van Damme le da mil vueltas.