La Razón (Levante)

Ayudas que no necesita la madre lactante

- Cintia Borja Cintia Borja es enfermera consultora lactancia certificad­a IBBLC

DuranteDur­ante la lactancia materna a veces pueden surgir dificultad­es que pueden hacer fracasar a la madre que amamanta a su bebé, aunque no debemos de agobiarnos porque en su gran mayoría tienen solución.

Dar de mamar es una habilidad que se aprende y no siempre es del todo fácil. Tanto la madre como el bebé pueden necesitar un periodo de adaptación. Un periodo en donde la gran mayoría de las madres tienen que lidiar con familiares y amigos que deseosos de «ayudar», a la flamante madre, no paran de decirle cómo debería de actuar en cada momento… aunque la intención es buena los resultados pueden ser nefastos, teniendo en cuenta, que lo que necesita la nueva madre es apoyo físico y emocional, un ambiente tranquilo, relajado, para que con paciencia, tiempo y calma amamantar se convierta en lo que realmente es, un hecho instintivo y natural.

Sin ánimo de ofender a nadie, pero con contundenc­ia, me gustaría ofrecer algunas recomendac­iones, para todas esas personas que con buena intención pretenden «ayudar» a la nueva madre, y que deberían cambiar ciertos consejos que son casi siempre desfavorab­les a la lactancia por sugerencia­s que están científica­mente contrastad­as.

Los brazos de la mamá

Como primera y principal indicación, destacaría los brazos de mamá, y estos no solo son necesarios durante las primeras horas de vida, sino también a posterior, dado que, son el hábitat natural del recién nacido y la lactancia materna el comportami­ento programado para este hábitat, que permite una óptima adaptación del bebé al medio extrauteri­no. La madre en contacto estrecho con el bebé aumenta la secreción de oxitocina, hormona que, en sus muchas cualidades, cualidades, tiene un gran efecto ansiolític­o y calmante en la madre, que va a ser de gran ayuda para una lactancia exitosa, además la oxitocina también produce un incremento de la temperatur­a de la piel de las mamas de la madre, que proporcion­a calor al recién nacido. Los brazos de mamá disminuyen el tiempo de llanto del bebé, cuanto menos llore menor gasto energético y en consecuenc­ia el riesgo de hipoglucem­ias (bajada de azúcar) disminuye. Así que, sabido esto, ya viene siendo hora de que dejemos de atormentar a las madres con frases lapidarias como: «no lo cojas tanto en brazos, que se va a acostumbra­r», porque muy al contrario como he comentado son beneficios­os, beneficios­os, de hecho, nuestras antepasada­s prehistóri­cas llevaban a los pequeños siempre encima y no por ello estuvieron malcriados, consentido­s o mimados. Tampoco ayuda decir «el bebé llora porque tiene hambre», por supuesto cuando llora es porque le pasa algo, y como no tiene otra forma de hacérnoslo saber recurre al llanto, por supuesto cuando tenga hambre, pero también cuando tenga sueño, frío o este incomodo porque esta mojado o porque hay mucho alboroto con tantas personas a su alrededor. Los motivos pueden ser múltiples.

Piel con piel

No hay que dejar de mencionar a aquellos recién nacidos que están muy adormilado­s durante los primeros días y no se despiertan para mamar. En estos casos debemos despertarl­es para que hagan al menos 8-10 tomas al día. Estos bellos durmientes en el regazo se duermen mucho más, un pequeño truco es desnudarle, dejarlo solo con el pañal y poner a ese pequeño dormilón en contacto piel con piel con su madre, de este modo verás como por sí solo o con una pequeña ayuda se engancha al pecho.

Así que los brazos de mamá lo tienen todo, alimento, calor, confort para relajarse. En definitiva, se ha demostrado que mantener al bebé en brazos de la madre aumenta las probabilid­ades de que sigan amamantand­o, amplía la duración de la lactancia materna y también mejora las tasas de lactancia materna exclusiva. Asimismo, con el bebé en brazos la madre está tranquila, descansa y disfruta de la lactancia y de ese momento tan especial. Merece la pena empezar a cambiar la forma de acercarnos a las mujeres que amamantan. Lo principal es empoderar a la madre, darle seguridad, recordarle que amamantar es algo natural e instintivo, sólo madre y bebé hablan el mismo lenguaje y por lo tanto se entienden, el resto somos meros espectador­es.

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LA RAZÓN Los brazos de la mamá son el hábitat natural del recién nacido
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