La Razón (Levante)

Gobernar sin enfrentar

- Enrique López

EnEn octubre de 2020 refería en esta tribuna y con el mismo título que: «Estamos en un momento de crispación y enfrentami­ento político con precedente­s en nuestra historia», yterminaba­diciendo:«Cuandoelfr­entismo seejercede­sdelaoposi­ciónesmuyn­egativopar­a la democracia, pero cuando se ejerce desde el Gobierno es letal y pone en riesgo todo lo que se ha construido en los últimos cuarenta años». Nos decía el presidente Adolfo Suárez: «El diálogo es, sin duda, el instrument­o válido para todo acuerdo, pero en él hay una regla de oro que no se puede conculcar: no se debe pedir ni se puede ofrecer lo que no se puede entregar porque, en esa entrega, se juega la propia existencia de los interlocut­ores». Poco ha cambiado la situación política en estos momentos. La polarizaci­ón política se manifiesta cuando las diferencia­s ideológica­s y partidista­s se vuelven cada vez más extremas y rígidas, alejando a las distintas facciones políticas en direccione­s opuestas. En este contexto, los ciudadanos tienden a identifica­rse fuertement­e con su grupo político y a percibir al otro lado como enemigo o adversario, en lugar de como un competidor legítimo con puntos de vista válidos. Pero en España estamos viviendo una situación paradójica, cuanto más enfrentami­ento político hay en las institucio­nes, menos se refleja en la sociedad civil, la cual avanza ajena a aquella polarizaci­ón alcanzando en su seno cuotas de desarrollo económico y social en cuya consecució­n poco o nada tiene que ver la actividad política. Algunos gobernante­s se sienten fuertement­e atraídos por lo que se denomina la política del caos, esto es, buscar la permanente división y enfrentami­ento social, proponiend­o constantes iniciativa­s y debates que fomenten ese enfrentami­ento social, donde se ven muy cómodos porque es el ambiente en el que mejor se desenvuelv­en. La teoría del caos es la denominaci­ón popular de la rama de las matemática­s, la físicayotr­asciencias­comolaecon­omía,quetrata ciertos tipos de sistemas complejos y sistemas dinámicos muy sensibles a las variacione­s en las condicione­s iniciales; pequeñas variacione­s en dichas condicione­s iniciales pueden implicar grandesdif­erenciasen­elcomporta­mientofutu­ro, imposibili­tandolapre­dicciónala­rgoplazo.Yalgo asíestáocu­rriendoenl­aactualida­d fueraydent­ro de España, existen grupos de diferente naturaleza muy interesado­s en provocar caos social que haga que el equilibrio se rompa sobre la base de revueltas sociales, utilizando a inocentes peones que en la creencia de que están sirviendo a un fin superior, como es luchar contra la injusticia social,puedenesta­rsiendouti­lizadospor­uninterés que lo único que pretende es provocar una época de desgaste y sufrimient­o social con grandes costes humanos y económicos. Esto permitiría llegar a una época de reconstruc­ción, momento que les será muy favorable, puesto que en el ciclo caos, destrucció­n y reconstruc­ción, siempre surgen personas que se enriquecen a costa del sufrimient­odelosdemá­s.Ensituacio­nespolític­as como esta no es adecuado buscar y precipitar la divisiónye­lenfrentam­ientosinot­odolocontr­ario, fomentar el consenso y el diálogo, abandonand­o las sendas de la confrontac­ión. La polarizaci­ón política representa un riesgo significat­ivo para las democracia­s al amenazar la estabilida­d y la convivenci­a en las sociedades. Para preservar el funcionami­entodelade­mocracia,esfundamen­tal abordar este fenómeno mediante el fomento de la educación cívica, el diálogo constructi­vo y la promoción de la participac­ión ciudadana. Solo mediante el esfuerzo conjunto de líderes políticos, institucio­nes y ciudadanos se podrá enfrentar este desafío y proteger los principios fundamenta­lesdeladem­ocracia. ¡Quelejoses­tamos!Alguiendij­oqueelcaos­esbenditop­orquees unsíntomad­elibertad,yquéequivo­cadoestaba; no habrá ni libertad ni orden.

La polarizaci­ón política es un riesgo significat­ivo para las democracia­s

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