La Razón (Levante)

El error del BCE si baja los tipos

► La eurozona no va mal por la política monetaria, sino por la deuda, el déficit, los impuestos y el fracaso de los fondos

- Daniel Lacalle

MuchasMuch­as veces, cuando hablamos de política monetaria, la gente no entiende la importanci­a de que los tipos de interés reflejen la realidad de la inflación y el riesgo. Los tipos de interés son el precio del riesgo y manipularl­os a la baja lleva a burbujas que terminan en crisis financiera­s, mientras que imponer tipos demasiado altos puede penalizar a la economía. Lo ideal sería que los tipos flotaran libremente y que no hubiera un banco central que los fije.

El ciudadano percibe que subir los tipos con la inflación elevada es dañino. Sin embargo, parece no comprender que lo verdaderam­ente dañino fue tener tipos negativos. Eso es lo que incentiva tomar mucho más riesgo de lo que podemos asumir y disfrazar el exceso de deuda con una falsa sensación de seguridad («¡me sale la hipoteca tirada!»). Es sorprenden­te, a la vez, que los ciudadanos alaben los tipos bajos y luego se quejen de que suben demasiado los pisos y los activos de riesgo.

Los tipos bajos son el problema. Sí, ahora la hipoteca «sube», pero ¿en serio pensaron esos ciudadanos que los tipos iban a seguir bajando y por ello mantuviero­n una hipoteca a tipo variable cuando los tipos ya eran negativos? El beneficio para el estatismo es que echa la culpa de los tipos de interés a los bancos igual que echa la culpa de los precios al supermerca­do.

¿Quién imprime moneda y disfraza el riesgo? Por supuesto, miramos al BCE y a la Fed, pero los bancos centrales no recompran activos estatales, imprimen moneda e imponen tipos negativos porque sean malvados alquimista­s. alquimista­s. Lo hacen porque el déficit del Estado –que es creación artificial de moneda– se mantiene elevado, la deuda pública se atrofia y la solvencia del estado empeora con cuentas públicas desajustad­as. El que imprime moneda de la nada y pasa el desajuste vía inflación e impuestos a los ciudadanos es el Estado. Y ese castillo de naipes construido bajo el disfraz del riesgo público siempre salta, vía inflación, crisis financiera, estancamie­nto secular y trampa de liquidez. El dinero creado se va a gasto improducti­vo, destruye el poder adquisitiv­o de la moneda, empobrece a los ciudadanos y descapital­iza a las empresas más frágiles, las pymes.

El BCE ha anunciado una posible bajada de tipos en junio que corre el peligro de ser prematura y equivocada. Primero, porque la masa monetaria, la demanda y la oferta de crédito están rebotando, la inflación se mantiene persistent­e y la tendencia en la subyacente es de un nivel de inflación muy superior al objetivo tras dos cambios en el cálculo del IPC.

Al BCE le echan la culpa del estancamie­nto de la eurozona por subir tipos, pero, curiosamen­te, nadie dice que la eurozona ya estaba en enorme estancamie­nto con tipos negativos. Además, si necesitas tener tipos negativos reales para «crecer» es que no estás creciendo, sino acumulando riesgo tóxico. El problema de bajar tipos ahora es caer en la narrativa de que la eurozona está en situación económica pobre por culpa de la política monetaria cuando es por la política fiscal, unos fondos Next Generation cuyo fracaso es ya solo comparable al del olvidado Plan Juncker, una política energética, agraria e industrial miope y destructiv­a y una fiscalidad que desplaza la innovación y la tecnología hacia otros países.

El BCE sabe que los tipos no están altos y que la cantidad de dinero en el sistema no ha bajado lo que debiera. Bajar los tipos ahora incluye el riesgo de depreciar el euro contra el dólar y aumentar con ello la factura de importacio­nes en términos reales, reduciendo la entrada de reservas a la eurozona, incentivan­do aún más un gasto público y una deuda estatal que no se ha embridado en países como Italia y España, que se vanagloria­n de «crecer» aumentando masivament­e la deuda y donde la inflación, además, lleva meses acelerándo­se, y nos hace recordar los errores del pasado cuando Grecia se vanagloria­ba de ser el motor de crecimient­o de la UE y decían que Alemania era «el enfermo» de Europa. El BCE no puede jugar a ser el Banco de Japón por dos razones: la eurozona no tiene el lujo de la estructura de ahorro en dólares de la sociedad japonesa o su disciplina ciudadana férrea y, sobre todo, porque el fracaso del ultra-keynesiani­smo japonés ha llevado al yen a mínimos de 35 años contra el dólar.

A los que digan que el euro y el BCE son el problema, les recomiendo que hagan el ejercicio de imaginació­n de lo que sería España con su propia moneda y Yolanda y Pedro imprimiend­o como si Argentina fuera Suiza. No tienen que imaginarlo, recuerden cuando teníamos una inflación del 14-15% en España y nos destruían un 20% de los ahorros y el salario real con la falacia de las devaluacio­nes «competitiv­as». No hace tanto. Y sería peor con un socio de gobierno que exige «política monetaria con mirada expansiva» (Sumar). Peronismo. Que no te engañen. La eurozona no va mal por la política monetaria. La eurozona va mal incluso con la política monetaria.

Si necesitas tipos negativos para crecer no estás creciendo, sino acumulando riesgo tóxico

Imaginen lo que sería España con su propia moneda y Pedro y Yolanda imprimiend­o

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AP Lagarde, presidenta del BCE, ve posible una bajada de tipos en junio
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