Así son los diplomáticos
SobreSobre los diplomáticos corre la idea de que son distantes, herméticos y engreídos. Aunque hay excepciones no es del todo inexacto. Dentro de esa galaxia, hay una constelación un poco particular: los diplomáticos vaticanos. He conocido a muchos embajadores de la Santa Sede y no todos se salen del esquema.
Sí lo hacía absolutamente Faustino Sainz, un manchego de Almadén que entró a finales de los años sesenta al servicio de la diplomacia vaticana. Su inteligencia y su preparación le catapultaron enseguida a los primeros planos de la esfera eclesial: participó con los cardenales Casaroli y Silvestrini en la Conferencia de Helsinki para la paz y la cooperación, fue nuncio en la Cuba de Fidel Castro y pasó seis años muy dramáticos en la Nunciatura de Kinshasa desde donde fue trasladado a Bruselas como Primer Nuncio del Papa ante la Unión Europea. Su último destino fue la Gran Bretaña donde contrajo la enfermedad que le llevó a una muerte prematura.
Acaba de publicarse un libro sobre tan extraordinaria trayectoria. Su autor es el historiador Xavier Reyes y en su presentación en Madrid el jueves pasado participaron el rector de la Universidad Pontificia Comillas, los embajadores Javier Rupérez, José Antonio Bordallo y un servidor.
Quedó bien a las claras en el acto celebrado que fue un nuncio muy meritorio al que le tocó entre otras cosas, trabajar arduamente durante años para impedir la guerra entre Chile y Argentina por la disputa sobre el canal de Beagle. Pero todos coincidimos en que sobresalía por encima de todo su carácter sacerdotal y su entrañable sentido de la amistad, sin que fuesen obstáculo alguno para ellos su sentido del humor y su entusiasmo futbolero y madridista.