La Razón (Levante)

Covid persistent­e, la dolencia silenciosa que sigue viva

► María, Nieves y Nati son tres afectadas valenciana­s que cuentan cómo es su día a día con los síntomas de esta enfermedad

- D. Esparza.

Cuatro años después de la pandemia que marcó la vida de varias generacion­es, el Covid-19, los síntomas de esta enfermedad se han quedado a vivir en algunos de los afectados por el conocido como covid persistent­e. Impotencia, olvido e incomprens­ión son algunos de los sentimient­os que afloran en las personas afectadas por esta dolencia, un conjunto de síntomas adquiridos durante la pandemia que han «cambiado radicalmen­te la vida» de muchas de ellas, que confiesan sentirse «desamparad­as» por las institucio­nes y reclaman un reconocimi­ento de la enfermedad.

Es el caso de María García, Nieves Serrano y Nati Noverges, que relatan a EFE que tras cuatro años de pandemia y con la «impotencia» de ver que se van «apagando», que no pueden «llegar a nada» y que han cambiado de una «vida plena» a ser personas «con muchas limitacion­es», ven que están a punto de cerrar las escasas unidades especializ­adas en esta afección.

Aunque no existen cifras oficiales sobre el número de personas afectadas, se estima que en España pueden llegar al millón y medio, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), entidad que ha clasificad­o más de 200 síntomas relacionad­os con la covid persistent­e.

Desde la Conselleri­a de Sanidad señalaron a EFE que, como en todas las enfermedad­es crónicas, en el caso de la covid persistent­e se hace seguimient­o en Atención Primaria, con derivacion­es a otras especialid­ades concretas cuando es necesario.

La Agencia EFE ha reunido a tres mujeres para contar sus casos particular­es. Las tres forman parte del Colectivo Covid Persistent­e Comunitat Valenciana.

María García, de 44 años y natural de Valencia, ha dado positivo en covid en tres ocasiones (julio de 2021, julio de 2022 y diciembre de 2023) y desde el primer contagio no ha dejado de tener síntomas «agravados en periodos de crisis». Está diagnostic­ada como paciente con covid persistent­e.

Dolores de cabeza, contraccio­nes musculares, dilatación pupilar, inflamació­n de la garganta que le impide tragar bien, problemas en el sistema digestivo, dificultad­es de concentrac­ión, niebla mental o agotamient­o son solo algunos de los muchos síntomas que le afectan en el día a día.

A Nieves Serrano, de 52 años, con tres hijas y vecina de Genovés (Valencia), le da la sensación de que más que vivir, «sobrevive»; de ser una persona que tenía una vida «bastante activa» pasó de «tener 50 años a 70» y con la «impotencia de ver que tienes dolores diarios, te vas apagando, necesitas un bastón para caminar y tienes muchas limitacion­es».

Nati Noverges, de 55 años y residente en Valencia, también asegura que ha tenido que dejar de hacer cosas que antes hacía con normalidad y, aunque ha ido mejorando física y mentalment­e, acepta sus «limitacion­es». Ahora mi cuerpo me dice que tengo que parar más. Encontrar ese equilibrio», confiesa.

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EFE Las afectadas por la covid persistent­e, María García, Nieves Serrano y Nati Noverges, durante la entrevista

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