La Razón (Levante)

La fe de Morata arrastra al Atlético

► Peleó por una pelota en la que nadie confiaba para dar el segundo gol a Correa. Griezmann marcó los otros dos al Girona

- Domingo García. MADRID

Haydetalle­squecambia­nHaydetall­esquecambi­an un partido. Detalles como la fe que tuvo Morata para ir a buscar a la línea de fondo un balón que todo el mundo daba por perdido, pero él no. Morata lo salvó, se hizo sitio y puso un centro en la cabeza de Correa que valió el segundo gol del Atlético. La fe del capitán de la selección española hizo que el Atlético se marchara al descanso con ventaja después de marcar un gol en la prolongaci­ón de la primera parte y de remontar un partido que se le había complicado a su equipo con el gol de Dovbyk a los cuatro minutos.

Demasiadas cosas en un solo detalle como para no cambiar el partido. Morata había aparecido en el último tramo del primer tiempo en lugar de Saúl y lo hacía con el pelo rapado, como si los fantasmas que le impiden marcar gol en las últimas jornadas anduvieran enredados en su pelo y hubiera querido desterrarl­os.

Con Morata en el campo, el Atlético dio la vuelta al partido y permitió que Griezmann jugara de interior. El francés, en realidad, juega donde quiere en cada momento, donde cree que es más necesario, pero con Morata y Correa en el centro del campo, su sitio estaba en la elaboració­n de juego. Y desde ahí siempre hace daño.

Griezmann crea el juego y lo remata. El gol del empate y el tercero fueron suyos. Otro detalle, un despiste, permitió al Atlético igualar el marcador de penalti. Miguel Gutiérrez sacó la mano para despejar un remate de cabeza de Hermoso y el francés marcó desde los once metros.

El Girona pagó su debilidad defensiva, esa mano a destiempo, que nadie corriera con Morata a buscar el balón del segundo gol y algo parecido parecido ocurrió en el tercero con una pelota suelta que enganchó Griezmann hacia la portería.

El equipo de Míchel cuenta con que le marquen goles y con marcar más, pero también le faltó la contundenc­ia necesaria arriba. Dovbyk se encontró con una pelota que solo tenía que empujar, abrió mucho el pie y se le marchó fuera. También reclamaron los visitantes un penalti de Reinildo a Savinho que ni el árbitro ni el VAR estimaron. Un segundo gol del Girona hubiera apretado mucho las cosas en los minutos finales para el Atlético. Pero las apreturas las sufrió al principio, con el gol de Dovbyk y con un sistema, el 4-4-2 que el Cholo Simeone había desterrado hacía tiempo para comenzar los partidos. No le duró mucho el cambio. Acabó recurriend­o a la defensa de cinco ya en la primera mitad. Con Riquelme en la izquierda –había comenzado como interior derecho– y con Reinildo de central.

Con el sistema de siempre y con Morata en el campo el Atlético fue más peligroso. Y se permitió remontar un partido que no comenzó bien y llevarse una victoria que significa mucho más que tres puntos en la pelea por la Liga de Campeones. Es también un impulso moral para el partido de vuelta del próximo martes contra el Dortmund. La certeza de que es capaz de reponerse a los golpes. Y la seguridad de que, cuando se pone, es capaz de ser uno de los mejores equipos de España y de Europa. Aunque a veces haga falta un momentodef­ecomoeldeM­oratapara cambiar un partido.

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GONZALO PÉREZ Morata y Correa celebran el segundo gol del Atlético

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