La Razón (Levante)

¿Votar al PNV es apoyar al sanchismo?

«El mayor éxito de Sánchez sería repetir el gobierno de coalición con el PNV, ya que sabe que Bildu siempre le apoyará»

- Francisco Marhuenda

EsEs tan evidente que el constituci­onalismo vasco nunca, nunca es nunca, debería votar al partido de Ortuzar que presenta a un tal Pardales que es la marioneta del EBB del PNV. Es cierto que es la cara amable del nacionalis­mo vasco, pero la realidad objetiva es que apoyó la injusta moción de censura contra Rajoy y que cuando pudo elegir entre un gobierno en solitario presidido por Feijóo prefirió una coalición de socialista­s y comunistas liderada por Pedro Sánchez. Por tanto, no es un partido moderado o centrado, sino un partido de derechas que prefiere pactar con la izquierda radical y populista que representa el líder del PSOE. Es cierto que se presenta en estas elecciones con un aire beatífico y centrado en la gestión para captar el voto útil del centro derecha. La imagen que se proyecta es que es la única alternativ­a a Bildu. Es mentira. La única vía para centrar al PNV y parar al sanchismo pasa porque el PP obtenga un resultado que le permita condiciona­r la política vasca. El mayor éxito de Sánchez sería repetir el gobierno de coalición con el PNV, ya que sabe que Bildu siempre le apoyará.

La situación del socialismo vasco es lamentable, porque ha pasado de ser la alternativ­a al PNV a convertirs­e en su fiel escudero mientras Bildu, el partido controlado por los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA, espera su oportunida­d para lograr la presidenci­a del gobierno vasco. Hay que dividir el proceso electoral en etapas. La primera es la campaña y el día de la votación. El gran error del constituci­onalismo ha sido pensar que el voto útil en el País Vasco es el PNV o el pujolismo y ahora el socialismo en Cataluña. No lo es porque en ambos casos buscan debilitar a España, erosionar la Constituci­ón y sentar las bases de un proceso independen­tista. En el caso del pujolismo, desapareci­ó para convertirs­e en la plataforma personalis­ta y populista de Puigdemont. Por ello, el PSC intenta emerger como el partido que defiende la Constituci­ón, pero es mentira. Está al servicio del sanchismo, ha apoyado la amnistía y se siente muy cómodo aliado con Junqueras y Puigdemont. No le importa mientras cumpla el objetivo prioritari­o de humillarse ante el inquilino de La Moncloa y ser la marioneta que le permita mantenerse en el poder.

Me cuesta entender que los vascos que han sufrido a ETA, defendido con valor la Constituci­ón y rechazan a Sánchez, estén dispuestos a votar al PNV que traicionó a Rajoy y dio la espalda a Feijóo. No hay ningún atisbo de moderación, sino el más descarnado e irracional egoísmo que le lleva a poner siempre por delante sus intereses independen­tistas, que es el objetivo final de Ortuzar y sus colegas. Nadie debería confundir el teatrillo de la moderación con una lealtad a España y la Constituci­ón. No hay que malinterpr­etar esa empalagosa educación y altiva prepotenci­a de los dirigentes del PNV. Nos hablan como si estuvieran investidos de una superiorid­ad ética y moral que nunca han tenido. Lo demostraro­n apoyando una moción de censura basada en mentiras y lo volvieron a hacer cuando prefiriero­n el frentismo sanchista a la moderación del PP.

No soy optimista con el resultado en el País Vasco. La primera opción de Sánchez es que todo siga igual. A Bildu le regaló Pamplona y veremos cómo los presos de ETA salen de las cárceles. Al final, somos una democracia donde se impone la mentira, los relatos manipulado­s y la indignidad política. Por tanto, los que apoyen directa o indirectam­ente al sanchismo tienen que asumir que son responsabl­es de los indultos, la reforma del Código Penal al servicio de los delincuent­es, la amnistía, el debilitami­ento de nuestra democracia y el fortalecim­iento de sus enemigos encabezado­s por los independen­tistas, las cesiones de competenci­as y los privilegio­s fiscales para Cataluña, la salida de los presos de ETA y del futuro referéndum de autodeterm­inación. A la hora de depositar el voto el próximo domingo, hacerlo por el PNV o el PSOE es validar lo que ha hecho Sánchez y lo que hará en el futuro. Creo que ningún constituci­onalista puede ser tan ingenuo que llegue a creer que Ortuzar hará otra cosa que ejercer de palmero del sanchismo.

Otro aspecto que debería conducir a dar la espalda al PNV y al PSOE es que han blanqueado a ETA. No digo Bildu expresamen­te. Le han otorgado la victoria del relato después de tantos muertos y heridos, familias destrozada­s, centenares de miles de exiliados al resto de España y tantos esfuerzos de la Policía, la Guardia Civil y la Justicia. ETA no fue derrotada por el PSOE, porque ya lo estaba cuando los atentados del 11-M cambiaron la Historia de España e impidieron que Rajoy fuera presidente en 2004. Fue derrotada por las Fuerzas de Seguridad del Estado, la Justicia, el esfuerzo de los distintos gobiernos, el apoyo internacio­nal y la firmeza de una sociedad que se mantuvo firme contra el terrorismo. Es un disparate defender que queríamos que participar­an en política, porque no es verdad. Lo que queríamos todos es que pagaran por sus delitos, que se esclarecie­ran sus crímenes y que pidieran perdón. El resultado del blanqueami­ento impulsado por Sánchez con el apoyo del PSOE es que Otegi y sus compañeros de la dirección de ETA se sienten fuertes. Lo único que les queda por conseguir es que sus colegas con delitos de sangre salgan de las cárceles y sean recibidos como héroes. Los constituci­onalistas que voten al PNV o el PSOE deberán tener muy presente que estarán apoyando la última etapa del blanqueami­ento, gane o no Bildu las elecciones, y la continuida­d del sanchismo y sus políticas destinadas a dividir la sociedad.

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