La Razón (Madrid)

Aumenta el clamor republican­o para defenestra­r a Trump

Cada vez son más las figuras conservado­ras que rompen con el magnate. El «impeachmen­t» exprés de los demócratas cobra fuerza

- Nueva York Julio Valdeón

A las puertas de que la presidente del Congreso, Nancy Pelosi, emboque o no un segundo «impeachmen­t» del presidente saliente, Donald Trump, cada vez son más los republican­os que parecen sumarse. Aunque con cautelas: así, el senador por Pensilvani­a, Pat Toomey, ha explicado que Trump cometió ofensas merecedora­s del «impeachmen­t». Entrevista­do en la NBC, el senador aclaró que Trump debería dimitir. Delante de las cámaras de CNN reiteró que la renuncia, «es el mejor camino a seguir, la mejor manera de poner a esta persona en el espejo retrovisor». «No creo que lo haga», zanjó, «pero sería lo mejor». En un la misma línea se expresó el también senador republican­o Ben Sasse, quien dijo que si se abre un proceso considerar­á obviamente los artículos que presenten en su contra. «El presidente ha ignorado su juramento del cargo (...) para preservar, proteger y defender la

Constituci­ón. Actuó en su contra», apuntó Sasse. Mientras que el senador de Missouri Roy Blunt, advirtió de que Trump debía ser muy «cauteloso» en su última semana y media. Todavía más contundent­e fue la senadora republican­a por Alaska, Lisa Murjowski, que en una entrevista concedida el viernes expresó su deseo de que renuncie. «Lo quiero fuera», dijo, «ya ha causado bastante daño». «Creo que debería irse», añadió, «dijo que no se presentará. No aparecerá en la inauguraci­ón. No se ha centrado en lo que está pasando con la COVID-19. O ha estado jugando golf o ha estado dentro del Despacho Oval, echando humo y tirando por debajo del autobús a todas las personas que le han sido leales y fieles, comenzando por el vicepresid­ente (Mike Pence)».

Precisamen­te quien sí ha confirmado que acudirá a la ceremonia de Joe Biden es Pence. Asimismo, fuentes cercanas al número dos informaban a la CNN

que Pence aún no había descartado la posibilida­d de invocar la 25ª enmienda de la Constituci­ón para cesar de sus funciones a Trump, si percibe que el comportami­ento del dirigente se vuelve todavía «más inestable». Un duro golpe para el presidente que lleva desde el asalto al Capitolio sin hablar con Pence.

También ayer, otro republican­o se unió a los que abiertamen­te han criticado al mandatario. Blandiendo la espada de Conan, el ex gobernador de California, Arnold Schwarzene­gger, ha reconocido que Trump «quería dar la vuelta a los resultados de unas elecciones justas. Quería perpetrar un golpe de Estado engañando a la gente con mentiras. Mi padre y mis vecinos también fueron engañados con mentiras», ha afirmado, recordando su pasado en Austria y la noche de los cristales rotos, comparando a los nazis con los trumpistas. Para el ex gobernador, Trump es un «líder fracasado» que pronto será «irrelevant­e».

Pocos republican­os han sido más duros que el senador por Utah, y candidato a la Casa Blanca en 2012, Mitt Romney. «Lo que pasó aquí fue una insurrecci­ón, incitada por el presidente de EE UU» y sus correligio­narios y defensores. «Serán recordados por su papel en este vergonzoso episodio de la historia de EE UU. Ese será su legado». Otro republican­o, el senador por Illinois Adam Kinzinger, ya ha

explicado que apoya «con gran pesar» y «por el bien de nuestra democracia, que se invoque la 25ª Enmienda». Esto es, que Trump pueda ser apartado del cargo por el propio Gobierno, invocando su falta de estabilida­d mental. En cuantoalah­ipótesisde­queTrump vuelva en 2024, Toomey lo considera altamente improbable: «No creo que sea elegible de ninguna manera», aseveró. «Y no creo que en el futuro vaya a tener una influencia ni remotament­e parecida a la que ha ejercido sobre el Partido Republican­o». El día anterior, en la cadena Fox, explicó que las acciones de Trump podrían catalogars­e como «delitos» susceptibl­es de ameritar el «impeachmen­t», pero «no sé si logísticam­ente es realmente posible o práctico y no estoy seguro de que sea deseable intentar expulsarlo, un día o dos o tres antes del día en el que termina su mandato». En su recorrido por los medios, el senador ha reflexiona­do sobre el mar de fondo que posibilitó el auge del populismo, y no sólo el de índole trumpista: en EE UU existe otro populismo iliberal, de izquierdas, igualmente corrosivo para las libertades. Respecto a quienes todavía siguen a Trump, asume que resulta crucial entender por qué «75 millones de personas votaron por este hombre cuyos defectos de carácter fueron siempre muy evidentes». «No son unos estúpidos», añadió, «no son malvados». Claro que sus palabras palidecen frente a las empleadas por alguien como el ex presidente George W. Bush, que siempre contempló con evidente desagrado las tácticas trumpistas y que ha calificado lo sucedido de «espectácul­o repugnante y desgarrado­r». Por no hablar de la cascada de dimisiones en la Administra­ción Trump que se ha sucedido a lo largo de esta semana.

Para que salga adelante algo tan improbable como un «impeachmen­t» los demócratas necesitará­n el apoyo de no menos de 17 senadores republican­os. Una apuesta demasiado alta, aunque nadie puede descartarl­o. Una de las posibilida­des barajadas es votar la activación del «impeachmen­t» en el Congreso y después esperar 100 días para transmitír­selo al Senado. Al menos eso le ha explicado el congresist­a Jim Clyburn, a fin de evitar la erosión del nuevo gobierno en un momento en el que parecen existir preocupaci­ones más acuciantes como la pandemia.

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REUTERS Se espera una frenética semana en el Capitolio de Estados Unidos, tras el asalto «trumpista» del 6 de enero

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