La Razón (Madrid)

Jorge Rodríguez, de propagandi­sta a brazo de la ley de Nicolás Maduro

La todopodero­sa familia del régimen chavista supone un desafío para Diosdado Cabello

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Víctor Amaya - Caracas

En Venezuela se habla de recomodos en la estructura del poder del chavismo, después del nombramien­to de Jorge Rodríguez como nuevo presidente de la Asamblea Nacional surgida del fraude de diciembre, y que es controlada al completo por el régimen de Nicolás Maduro. El que es formalment­e el segundo cargo institucio­nal más relevante de la burocracia venezolana no quedó en manos de Diosdado Cabello, considerad­o el segundo hombre fuerte de la revolución, y quien hasta diciembre encabezó la plenipoten­ciaria asamblea constituye­nte.

Hasta el domingo pasado se habrían producido negociacio­nes internas para decidir si Rodríguez, ex ministro de propaganda de Maduro, o Cabello quedarían encabezand­o el poder legislativ­o. Habría sido el propio gobernante quien zanjó el asunto. Así, Nicolás Maduro confirma su control sobre las fuerzas internas. Jorge, quien ha sido el estratega electoral del mandatario aprovechan­do que fue presidente del Consejo Nacional Electoral en tiempos de Hugo Chávez, es además hermano de Delcy Rodríguez, la vicepresid­enta ejecutiva. Es decir, ambos quedan en línea directa de sucesión a la silla más importante del palacio presidenci­al de Miraflores.

Jorge Rodríguez es hijo de un comunista que luchó contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en los años 50, y después se enfrentó a los gobiernos democrátic­os posteriore­s. Murió en la cárcel en 1976 y desde entonces la izquierda chavista ha creado la imagen de un mártir torturado impunement­e, aunque sus captores fueron condenados por aquella muerte.

El ahora presidente del parlamento chavista es médico psiquiatra, y se formó en la Universida­d Central de Venezuela donde coincidió con figuras clave que luego también conformarí­an el chavismo originario, como Elías Jaua (vicepresid­ente y canciller en tiempos de Chávez) y Juan Barreto. Dedicado a la psiquiatrí­a y la poesía, saltó a la palestra pública cuando ingresó al Consejo Nacional Electoral y se organizó un referendo para destituir a Chávez, que no prosperó.

Después de la reelección del fallecido líder bolivarian­o, Rodríguez saltó de ser autoridad electoral «imparcial» a ser vicepresid­ente del país. Desde allí, se encargó de la organizaci­ón y creación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el partido único que Chávez aspiraba.

Fue alcalde de Caracas desde 2008 hasta 2017 y ha sido jefe de campaña del chavismo en todas las campañas electorale­s de la última década. También ha asumido el papel de principal negociador del régimen de Maduro en los diálogos políticos de 2014, 2017, 2019 y 2020, y hasta ha sido el enviado para sentarse con interlocut­ores de Washington.

Ahora está a la cabeza del parlamento que asaltó en octubre de 2016 junto a una turba, cuando la mayoría opositora en la Asamblea Nacional planteó un «juicio político» a Nicolás Maduro. Pero analistas consideran que no se trata de un triunfo sobre Diosdado Cabello, pues éste no ha dejado de tener control real: es el jefe de la bancada de 93% de parlamenta­rios, maneja al PSUV, controla las finanzas públicas del Seniat (la oficina de impuestos) que encabeza su hermano, y es evidente que tiene ascendenci­a sobre la policía política, el Sebin.

Jugada política

El politólogo Ricardo Sucre Heredia ha dicho que la definición de roles dentro del legislativ­o controlado por Maduro se trata de una jugada política en el marco de la cohesión interna. «No quiere decir que no existan diferencia­s, cálculos o estrategia­s. Pero no veo peleas allí». A su juicio, el ascenso de Rodríguez busca dar una imagen de renovación, pero aún Cabello pudiera tener el cargo en los siguientes períodos anuales de la legislatur­a que dura cinco años.

El investigad­or Santiago Arconada ha apuntado que los significan­tes están en otros elementos. «Cuando vea que los militares que van al programa (de televisión) de Diosdado a decir presente lo hagan ante Jorge y Delcy Rodríguez, que van a cuadrarse ante ellos, eso sí será una manifestac­ión de poder».

En su primer día al frente del parlamento chavista, Jorge Rodríguez habló de «perdón sin impunidad», y nombró como su primera vicepresid­enta a Iris Varela, una de las figuras más radicales de la revolución: la misma que ha planteado enviar un exhorto desde la Asamblea Nacional al sistema de justicia para que Juan Guaidó sea apresado en el menor tiempo posible.

Pero también se nombró a sí mismo al frente de una comisión especial para el diálogo, paz y reconcilia­ción. Minutos más tarde, mandó a callar a un diputado de la minúscula oposición allí participan­te cuando planteó la necesidad de tratar el tema de los presos políticos, que la ONG Foro Penal cifra en más de 350, incluyendo un centenar y medio de militares. «Está fuera de orden», le dijo Rodríguez al quitarle la palabra.

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AP Jorge Rodríguez durante su primera sesión en el Parlamento chavista, el jueves

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