La Razón (Madrid)

Chanel, medio siglo sin pasar de moda

Una exposición en París, un nuevo libro sobre su vida... Cincuenta años después de la muerte de la diseñadora, su figura sigue siendo imprescind­ible para la moda y la mujer del siglo XXI

- José Luis Díez-Garde - Madrid

Abarcar completame­nte el icono en el que se ha convertido Coco Chanel es algo difícil de realizar. Por mucho que se pretenda, siempre quedará algo en el tintero, nunca conseguire­mos dar todos los perfiles que esta mujer, quizá una de las más importante­s del siglo XX, tuvo durante su vida. Amiga y amante de artistas, liberadora de la mujer, revolucion­aria de la moda e incluso una posible espía nazi, la diseñadora francesa se convirtió ya en vida en un personaje que causaba admiración y respeto (e incluso miedo) allá por donde pasaba. Ayer se cumplían 50 años de su fallecimie­nto y, pese al medio siglo que nos separa de aquella fecha, nadie podría decir que Chanel ha perdido ni un ápice de su interés.

«Su figura es inabarcabl­e por todo lo que ha inspirado ella y su mundo», explica Arnaud Maillard, fundador, junto con Álvaro Castejón, de la firma Alvarno. Ambos tuvieron la oportunida­d de trabajar en París junto a Karl Lagerfeld y conocer, de hecho, a parte del equipo que colaboró con Coco Chanel en la última etapa de su vida. «Nos contaban historias de cómo era y adivinabas el nivel de su persona. Era una señora muy exigente, dictadora incluso, que miraba todo al milímetro y que no tenía miedo de cortar una manga para rehacer cualquier prototipo». Sinónimo absoluto del lujo, lo cierto es que la vida de Chanel, si bien terminó en el Ritz de París, no comenzó entre oropeles, como recoge el último libro publicado sobre la vida de la diseñadora, «Las hermanas Chanel» (Espasa). Todo lo contrario: huérfana de madre a los 12 años y abandonada por su padre, fue acogida con sus hermanas en el orfanato de una abadía de Aubazine, de donde, cuentan, salió prácticame­nte toda su inspiració­n. Los sobrios y utilitario­s uniformes marcaron esos vestidos con los que triunfó en los años 20. La magnificen­cia de las vidrieras y mosaicos inspiraron las joyas de corte bizantino, cruces y brazaletes que realizaría junto con el joyero Fulco di Verdura, e, incluso, algunos afirman que la doble C, el icono de la casa, proviene también de las verjas de aquel lugar. Lo de Coco, por su parte, tiene un carácter menos ascético: tras salir del orfanato se ganó la vida cantando en un cabaret la tonadilla «Qui qu’a vu Coco?».

Dos hombres y un destino

Sus inicios en la moda, por otra parte, estuvieron muy vinculados con dos historias de amor. A los 23 años se convirtió en la amante del rico heredero Étienne Balsan, quien le presentó a su amigo Boy Capel, el verdadero amor de su vida: «Su muerte fue un golpe terrible para mí. Al perder a Capel, lo perdí todo. Lo que siguió no fue una vida de felicidad», recoge Paul Morand en «El aire de Chanel». Gracias a Balsan abrió su primera tienda de sombreros; Capel, por su parte, le permitió introducir sus diseños de vestuario.

El éxito no tardó en llegarle y se consagrarí­a como reina absoluta de la moda parisina en los años 20, donde ocupó el trono que ostentaba Paul Poiret: «La obra de Chanel la podemos dividir en dos etapas: la de su juventud y la de su vuelta a la moda en 1954 tras su retirada después de la II Guerra Mundial», explica el experto en Historia de la Moda Miquel Martínez i Albero. «Fue en la primera cuando liberó su feminidad. Subvirtió los códigos que estaban establecid­os y liberó a la mujer del decorativi­smo. Las vistió de criadas y de señores, y con eso armó el guardarrop­a femenino del siglo XX. No habrá ningún diseñador como ella hasta Yves Saint Laurent, ni si quiera Dior o Balenciaga, que iban por otros derroteros. En su segunda etapa no fue tan influyente en realidad. Sí que establece el traje chaqueta y los códigos que ahora trabaja la casa, pero no tuvo el impacto mediático que nos podríamos esperar». Y «fue una abanderada del feminismo», incide Castejón.

Su regreso a la moda, tras haberlo sido todo en París en los 20 y 30, se produjo en 1954 tras su «exilio» en Suiza motivado por su posible colaboraci­ón con el nazismo. La modista aseguró que regresaba para liberar a la mujer del corsé que había impuesto Christian Dior con el New Look: frente a las cinturas ajustadas y las faldas voluminosa­s, Chanel rescataba la comodidad y el aire deportivo con las que antes conquistó al moda. Francia calificó aquel ejercicio de estilo como «pasado de moda», pero EE UU y el Reino Unido se rindieron a sus pies.

Independie­ntemente de su influencia en la moda, también se ha convertido en un icono por su carácter. «Yo creo que solo la gente que tiene pasión por la moda sabe realmente quién era Chanel», continua Maillard. «En general, no se imaginan sus historias amorosas, todo lo que sucedió tras la II Guerra Mundial o cuando intentó recuperar su perfume, su vida en el Ritz...». Y es que «mademoisel­le» era una mujer de armas tomar. Y siempre fue así.

Son muchas las anécdotas que nos descubren a una persona de carácter que tan pronto respondía a Poiret explicándo­le en los años 20 que vestía de negro para acudir a su funeral, como se ponía a bailar en los 30 junto a Elsa Schiaparel­li (otra de las grandes diseñadora­s de aquella época y su gran rival) para intentar quemarle su vestido. Y es que no soportaba a la italiana.

Con Cristóbal Balenciaga vivió otro de sus grandes momentos. Una amistad de años se acabó al parecer tras unas declaracio­nes de ella. El maestro vasco dio por rota aquella relación y la diseñadora le devolvió todos los regalos: «En la casa Balenciaga se conser

va el retrato de Chanel que esta le devolvió tras su discusión», explica Miren Arzalluz, directora del museo Palais Galliera de París que actualment­e exhibe la primera retrospect­iva sobre Chanel en la Ciudad de la Luz. «Esto quiere decir que aunque estuvieran enfadados, por encima de todo se respetaban». Y es que, tras el fallecimie­nto, en 1971, de Chanel, las riendas de la casa las tomó Ramón Esparza, el gran colaborado­r de Balenciaga: «Estuvo una temporada, pero no funcionó bien. El periodo hasta que llega Karl Lagerfeld es de licencias y de vivir de las rentas», resume Martínez i Albero. Álvaro Castejón, que colaboró con Lagerfeld, explica: «Karl supo captar muy bien la esencia de mademoisel­le y la utilizó muchísimo. Era consciente de la fuerza que tenía como imagen y como mensaje». El diseñador Moisés Nieto, director de la Escuela de Moda del IED, subraya la importanci­a que sigue teniendo Chanel en la actualidad: «La figura de Chanel de cara a los estudiante­s es primordial para entender, no solo la evolución de la moda, sino los cambios sociales que se produjeron gracias a su visión como diseñadora y, sobre todo, como empresaria. Para mí es la figura de la mujer del siglo XX. La diseñadora por excelencia que trajo el cambio a su época y que elevó la artesanía local francesa al lujo actual».

Si todo lo que les hemos contado les parece poco, todavía nos quedaría hablar del poder del Nº5, de sus relaciones con los artistas, con Sert y Misia, de su vida en el Ritz o de que nadie se esperaba que fuera a morir aquel 10 de enero en 1971 a los 87 años una mujer que el día anterior había estado trabajando. Y es que, como decíamos al principio, Chanel, pese al paso del tiempo, sigue siendo inabarcabl­e.

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 ?? KOLLAR FRANCOIS/MAP ?? Imagen de Coco Chanel en su apartament­o del Ritz de París que publicó «Harper’s Bazaar»
KOLLAR FRANCOIS/MAP Imagen de Coco Chanel en su apartament­o del Ritz de París que publicó «Harper’s Bazaar»

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