La Razón (Madrid)

«Estoy muy enfadada con los que no guardan las normas, son idiotas»

Por enésima vez, vuelve a convertirs­e en la Carmen Sotillo de «Cinco horas con Mario, de Delibes. Ya son más de 40 años de velatorio y regañina al muerto

- Julián Herrero - Madrid marzo.

LoLo que iban a ser solo «Cinco horas con Mario» ha terminado siendo «Media vida con Mario». Cuando Lola Herrera empezó a velar al difunto era 1979 y, más de cuarenta años después, ahí sigue. Asegura que «suena tremendo» volver a pisar las tablas con la obra de Miguel Delibes (en el Teatro Bellas Artes desde mañana), pero que las circunstan­cias, como dice, así lo han querido y Herrera no se resiste. «Soy muy obediente», ríe, «y, ahora en pandemia, más todavía».

–Pero no siempre lo ha sido tanto.

–Me he rebelado mucho. Lo que sucede es que hoy por hoy soy de riesgo total, así que hay que aceptar lo que viene.

–¿Ha mirado el calendario de la vacunación?

–Ni idea. Espero que me avisen desde la Seguridad Social. Mira que escucho las noticias, pero esto se me escapa. Es verdad que cada vez estoy más mareada de tanta informació­n porque son demasiadas explicacio­nes y variacione­s dentro de lo que se va sabiendo. Llega un momento en el que desconecta­s.

–¿No es negacionis­ta?

–No. Simplement­e estoy expectante. Creo que hay que ponerse vacuna. Lo he hecho desde pequeña y hemos terminado con el sarampión, el tifus... Hay una evidencia de que hay que hacerlo. –Otra evidencia que hemos visto en estos tiempos es el abandono de los mayores, algo en lo que usted ha insistido mucho en los últimos años. –Está mal visto ser mayor. Antes era un grado llegar a viejo y enseñar lo que habías aprendido por el camino. Ahora todo el mundo tiene que ser joven y existe una reacción inconscien­te de menospreci­ar a la gente mayor.

–¿Lo ha sentido de cerca?

–Se palpa muy bien. No soy especialme­nte susceptibl­e, pero es evidente. Me dolió mucho cuanla do me enteré que los hospitales de Madrid no aceptaban a la gente de las residencia­s. Se han muerto solos. Una sociedad que excluye a sus mayores es una sociedad indigna. No sé cómo se puede ser tan idiota de pensar que no se va a llegar a mayor. La inmensa mayoría llegamos.

–¿Cuándo comenzó a sentir ese rechazo?

–Durante los últimos diez años. En la cercanía ya notas que te cuidan demasiado. Tienen miedo a todo: a que te tropieces, a que no te subas a una escalera, a que no comas esto por si te sienta mal... Mi cabeza va a una velocidad a la que no va el cuerpo.

–¿Qué le pide a 2021?

–Que nos devuelva algo. Sabiendo que a los que se ha llevado ya no los vamos a recuperar, pediría la gira, por ejemplo. Sería un síntoma de normalidad.

–Ha tenido la suerte de actuar siempre ante salas llenas, ¿cómo es ahora salir ante esos patios a medio vacíos?

–Raro, pero el público reacciona bastante bien. Hay una inmensa mayoría de gente que es sensata y razonable, que tiene instinto de conservaci­ón por ellos y por los demás. Luego está una minoría que lo escacharra todo. Estoy muy enfadada con la gente que no guarda las normas. Son idiotas. Supongo que tendrán padres, madres, abuelos... Los jóvenes piensan que son inmortales... hasta que les engancha el bicho. Estoy hasta el gorro de que nos enseñen a los primeros vacunados después de todos los ancianos que no han recibido en los hospitales. Creo que se está poniendo el foco ahí para compensar todo lo que no ha habido antes.

–¿Hay remordimie­ntos?

–Pues sí, o una reflexión sobre la situación y una mejoría. –A todo esto, la excusa de la entrevista es la obra con la que «solo» lleva cuarenta años... –Suena tremendo, no imaginé jamás que seguiría con ello.

–¿Por qué no se queda vieja esta función?

–Es un clásico contemporá­neo. Vienen tres generacion­es a verla. El enganche es que descubren a Miguel Delibes.

–¿Usted también sigue descubrién­dolo?

–Siempre hay algo que me sorprende y me siento tonta por no haber visto antes cosas que estaban ahí. Como en los buenos textos, en este se puede seguir ahondando.

–¿También tiene una lectura en tiempos de Covid?

–No, es más sobre la historia que se está contando.

–¿Lo que no se dice?

–Eso es. Mi trabajo consiste en decir bien lo que ha escrito Miguel Delibes y trabajar detrás de Carmen.

–¿Hubiera ido Menchu a la manifestac­ión del 8M?

–Mucho tenía que correr mentalment­e para haber ido a esa manifestac­ión. Cuando se quedó viuda no había una perspectiv­a estupenda para las mujeres. Estábamos en camino de que hubiera explosione­s y que consiguiér­amos muchas cosas.

–Fuera del escenario no habría hecho muchas migas con ella, ¿no?

–No, pero ahí arriba me inspira una gran ternura y compasión. El único que le podía haber aportado algo para abrir su mente era Mario y no lo hizo. Se entretuvo en hacer otras cosas para el resto de la gente. Ayudó a muchos, pero no a su mujer. Le dio pereza y la dejó como estaba, no fue generoso.

–¿Y es positiva con el futuro del teatro?

–Irá volviendo. De cosas peores hemos salido. El teatro ha sobrevivid­o a todo, aunque estamos bastante abandonado­s, es como si no existiéram­os.

DÓNDE: Teatro Bellas Artes, Madrid. CUÁNDO: desde mañana y hasta el 7 de CUÁNTO: 17 y 23 euros.

 ?? DANIEL DICENTA HERRERA ?? Lola Herrera, en un momento de «Cinco horas con Mario», pieza con la que vuelve a girar tras el parón de la pandemia
DANIEL DICENTA HERRERA Lola Herrera, en un momento de «Cinco horas con Mario», pieza con la que vuelve a girar tras el parón de la pandemia

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