DALL·E: la inteligencia artificial que puede dejar sin trabajo a los ilustradores
OpenAI ha creado una inteligencia artificial capaz de revolucionar para siempre la fotografía y la ilustración
«¡Las máquinas nos van a quitar el trabajo!». Consignas así ya se escuchaban cuando comenzó a mecanizarse la producción de objetos relativamente básicos. Aquello parecía el fin del mundo, pero, al menos, nos consolábamos pensando que los trabajos creativos, aquellos más humanos, serían insustituibles. Siempre habría una fortaleza laboral en la que refugiar a nuestra especie, una tarea fundamental que las máquinas no pudieran imitar, ¿no? Doscientos años después seguimos temiendo lo mismo, el ludismo ha dado paso al neoludismo y la inteligencia artificial ha sitiado nuestro último bastión, y en pocos años muchos trabajos creativos serán tan suyos como la producción en cadena.
Ya habíamos oído hablar sobre inteligencias artificiales capaces de transformar fotografías en cuadros de distintos estilos pictóricos, diseñadas para crear rostros que realmente no existen, o componer música. Una de las noticias más importantes del final de 2020 fue la sorprendente presentación en sociedad de GPT3, una inteligencia artificial de la organización OpenAI con la habilidad de escribir artículos enteros de Prensa, imitar a personas e incluso transformar el lenguaje natural en lenguaje de programación. En esa escalada de eventos que parece ser 2021, hay desarrolladores que han podido ir más allá y en la primera quincena del año se ha anunciado lo que, posiblemente, vaya a ser una de las noticias más relevantes del año.
Imagine una vaca jugando al béisbol en un helipuerto, ahora imagine un árbol azul hecho de lana y cuyas hojas fueran albóndigas. Lo más seguro es que no le haya supuesto un gran problema imaginar todo esto, porque a su cerebro no le importa que no haya visto antes nada parecido, es capaz de combinar, variar y escalar lo que conoce creando casi cualquier cosa en cuestión de milésimas de segundo.
Este es uno de los ejemplos más sencillos para experimentar la potencia de nuestra mente y, hasta ahora, era una de esas cosas que nos diferenciaba cuantitativamente de animales y máquinas. OpenAI ha puesto fin a todo esto. Tras su exitoso GPT3, acaban de presentar DALL·E, una inteligencia artificial a la que solo hace falta pedirle un objeto a representar y será capaz de devolver un resultado casi perfecto.
Y no se limita solo a combinar elementos como si de un bodegón se tratara, puede fundir conceptos como haría un buen ilustrador. Si no le maravilla y preocupa a partes iguales es, posiblemente, porque piense que se limita a transformar imágenes ya existentes, que toma una imagen original y la adapta, pero no, en absoluto. De hecho, la imagen que devuelve es tan original como la que más.
Ingente cantidad de imágenes
Lo que estas inteligencias artificiales hacen es «aprender» a asociar conceptos con ciertos patrones. OpenAI ha sido entrenada con una cantidad realmente abrumadora de imágenes emparejadas emparejadas con un texto que las describe. Tras ver muchos elefantes diferentes, por ejemplo, la inteligencia artificial (IA) encuentra distribuciones de píxeles más o menos similares y constantes que relacionará con el concepto elefante. Tal vez, para nosotros sea una suerte de trompa, pero no hay que olvidar que, para ellas, que están formadas por puras operaciones matemáticas sin consciencia ni voluntad, no son más que números. Y aquí está la clave de OpenAI, porque si bien utilizan el último grito en Inteligencias Artificiales «transformers» (que así se llaman), lo realmente distintivo ha sido el abrumador número de ejemplos con el que se han podido permitir entrenar a la IA.
Y hay más, porque el resultado no solamente crea, sino que parece capaz de resolver cuestionarios de inteligencia basados en secuencias de figuras geométricas que han de ser completadas, como las matrices progresivas de Raven. Con esta tecnología, se puede incluso decorar interiores y producir nueva ropa. Y estas son solo algunas de las posibilidades conocidas, por lo que es de esperar que se amplíen a medida que sus creadores vayan experimentando con ella, tal y como sucede con GPT3.
Sin embargo, si bien el anterior logro de esta organización se abrió para que un pequeño número de usuarios pudieran probarlo, es posible que DALL·E no siga el mismo camino por, entre otras cosas, la revolución económica que puede significar para la industria de la ilustración. No acabará a corto plazo con los ilustradores, pero es muy posible que deban adaptar sus competencias. Llegará el día en que una inteligencia artificial escriba una buena novela de ficción ella sola, llegará la primera película enteramente creada con una inteligencia artificial e incluso en que aparezca un superéxito musical compuesto e interpretado por una máquina. La pregunta no es si ocurrirá, sino cuándo, y si estaremos preparados para las implicaciones que traerá consigo.