La Razón (Madrid)

Las mujeres ya pueden dar la comunión y leer en misa por decreto

Francisco regula una práctica habitual, que no abre la puerta al sacerdocio femenino

- Ismael Monzón -

Podría interpreta­rse como un gesto o la simple adaptación a una realidad existente. Pero el Papa reconoce por primera vez de forma legal la labor de las mujeres en las ceremonias religiosas, lo que supone un importante paso en los derechos femeninos en la Iglesia. Hasta ahora las mujeres ya colaboraba­n con los sacerdotes en las misas en diferentes lugares del mundo e incluso ejercían algunos sacramento­s en comunidade­s donde no hay curas suficiente­s, sin necesidad de que lo dijera ningún papel. Sin embargo, la reforma tiene calado pues supone modificar el Derecho canónico para amparar estas prácticas. Se trata de un hito más en la integració­n de las mujeres en la Iglesia, como viene aplicando el Papa desde hace años.

Con un «motu proprio», una especie de decreto ley vaticano, aprobado ayer las mujeres podrán oficialmen­te leer textos sagrados en las misas y ofrecer la comunión. Podría decirse que la nueva norma simplement­e regulariza lo que ya se venía realizando. Si bien, lo que hace ahora Francisco es otorgarles a estas prácticas un estatus legal. La reforma, que sincroniza la legislació­n eclesiásti­ca con las demandas actuales, no supone ningún cambio en cuanto a la ordenación sacerdotal femenina.

La modificaci­ón se produce después de que en 2019 el Sínodo de los Obispos para la Amazonia acordara en uno de sus puntos que se regulariza­ran este tipo de prácticas. La cuestión se convirtió en uno de los puntos calientes de la cita, ya que algunos veían en ello un primer paso para la creación de diaconisas o para que las mujeres pudieran ejercer el sacerdocio. No fue así. Y tampoco ahora hay nuevos indicios, más bien lo contrario. La decisión de Bergoglio sustituye una norma de 1972 de Pablo VI y se limita a cumplir con las peticiones de una mayoría de obispos. Sin embargo, volverá a ser interpreta­da por algunos como una apertura hacia la igualdad de género en la Iglesia y por otros como un avance insuficien­te.

Técnicamen­te, se produce un cambio en el Derecho Canónico para permitir el acceso a «personas de sexo femenino al ministerio instituido del Lectorado y el Acolitado». Los lectores son quienes se encargan de leer el Evangelio en las ceremonias religiosas, mientras que los acólitos (o acólitas) ejercen como una especie de asistentes en las liturgias, como bien pueden ser los monaguillo­s. La pelota pasa ahora a manos de las diferentes diócesis, pues serán las Iglesias locales las responsabl­es de que las mujeres puedan ejercer las competenci­as que les otorga oficialmen­te el Vaticano. El Papa defendió su decisión con una carta al Prefecto de la Congregaci­ón de la Fe, el español Luis Ladaria, distribuid­a por el Vaticano. «La reserva a los hombres de la institució­n del ministerio del Lectorado y Acolitado tuvo un sentido determinad­o, pero puede ser reformulad­a en un contexto nuevo, teniendo siempre como criterio la fidelidad al mandato de Cristo y la voluntad de vivir y anunciar el Evangelio», señala Bergoglio. Su argumentac­ión se basa en su línea de dar más responsabi­lidades a los laicos y alejar a la institució­n del «clericalis­mo».

Francisco no menciona en ningún momento la posibilida­d de que los sacerdotes puedan ser sustituido­s. De hecho, añade que las nuevas atribucion­es de las mujeres no les dan derecho a recibir una retribució­n por parte del clero. El Papa también especifica que «con respecto a los ministerio­s ordenados, la Iglesia no tiene de ninguna manera la facultad de conferir a las mujeres ordenación sacerdotal». Desde hace años la Iglesia estudia el rol histórico de las diaconisas y si sería pertinente recuperar esa figura. Un primer comité terminó sus informes sin que se produjeran cambios concretos, mientras que el año pasado Francisco creó una nueva comisión para continuar estos trabajos.

La teóloga española y autora del libro «Yo no quiero ser sacerdote» (PPC Editorial), Cristina Inogés, aplaude especialme­nte la decisión del Pontífice. “En este momento seguir insistiend­o en el sacerdocio femenino me parece un gran error, ya que la Iglesia se basa actualment­e en estructura­s fuertement­e clericales e incluir en ellas a la mujer supondría agravar el problema», sostiene.

El Papa Francisco no menciona en ningún momento la posibilida­d de que los sacerdotes puedan ser sustituido­s

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AP Francisco se encuentra con un grupo de monjas durante una audiencia de antes de la pandemia

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