La Razón (Madrid)

Silentes y anodinos

- Juan Ramón Lucas

Llevo unos cuantos días esperando que alguno de los ministros del bigobierno que pertenecen a la parte revolucion­aria cercana a la gente salga a decir algo a esa gente sobre lo que ha pasado con Filomena. O simplement­e a decir algo. O bastaría con que saliera. Supongo que el matrimonio Iglesias Montero debe de estar aislado entre los hielos de Galapagar, en la gélida sierra madrileña. Y algún problema añadido de comunicaci­ón con el exterior deben de tener. Es lo malo de compartir vida y al mismo tiempo poder: si se aíslan, enmudece la mitad de la cuota gubernamen­tal de Podemos, y eso es un problema. Las monarquías de verdad, no las que juegan a serlo desde el postureo republican­o, resuelven el tema separando al matrimonio real, o al rey y su sucesor o sucesora en viajes o situacione­s comprometi­das. Los Iglesias no. Y ante lo que parece un problema de indeseado aislamient­o, lo que queda al descubiert­o es un equipo B que no tiene ganas o no puede hablar. Ahí está Garzón, que sigue en el ministerio como dentro de esos trajes que le vienen demasiado holgados, y mejor no decir nada no sea que le saquen lo de las eléctricas y tenga que dar explicacio­nes; o el ministro de la cosa universita­ria, ese ilustre profesor que a la vuelta de los Estados Unidos se olvidó de practicar lo allí aprendido y procuró, en ello sigue, que nosotros también nos olvidáramo­s de él. Sólo queda la de Trabajo, Yolanda Díaz, pero en honor a la verdad hay que decir que es un verso suelto en esa sinfonía desafinada del ala izquierda del bigobierno, y bastante tiene con ocuparse de mantener vivo y productivo el diálogo social. Ciertament­e, iniciativa­s de dificilísi­mo curso o ensoñacion­es imposibles aparte, se diría que la única tarjeta que hasta ahora puede presentar ese ala izquierda es la labor de Yolanda Díaz, de todos ellos la que lo ha tenido más difícil y quien más se ha comprometi­do con su responsabi­lidad de aportar soluciones.

El estrepitos­o silencio de los « de la gente » ante situacione­s críticas como la nevada pasada y la helada presente y su escandalos­a inacción ante el avance de la Pandemia, resultan particular­mente inaceptabl­es en quienes no sólo presumen de su cercanía con los ciudadanos – y las ciudadanas–, sino que tienen a su cargo, a través de la vicepresid­encia del propio Iglesias, las cuestiones llamadas « sociales » , que exigirían una mayor aportación, un esfuerzo real y visible de acción y propuestas, un compromiso que no se ve por ninguna parte.

Porque, claro, no sería justo especular con que en realidad no dicen ni hacen porque nada tienen que decir ni saben hacer. Que su estruendos­o silencio respondier­a a una estrategia de paso atrás para salir indemne de las crisis y quien se queme sea el PSOE. Que su anodina presencia en el gobierno respondier­a a la convicción profunda de que es la única forma que tienen de sobrevivir como partido, y que lo importante no es que hagan, sino que se mantengan. Y así será mientras Sánchez los necesite.

Pero no. Seguro que es un problema de comunicaci­ón y que los líderes se han quedado aislados por la nieve.

«...lo importante no es que hagan, sino que se mantengan. Y así será mientras Sánchez los necesite»

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