La Razón (Madrid)

¿Hay riesgo de una guerra civil?

- Mattia Caniglia

El asalto al Capitolio el 6 de enero, ¿supone una amenaza para la democracia de Estados Unidos?

El asalto al edificio del Capitolio no fue inesperado y no tiene precedente­s. Varios expertos habían pronostica­do que las elecciones podrían provocar protestas que los radicales, en particular los extremista­s de derecha (incluidos los anti-Gobierno), aprovechar­ían para cometer actos de violencia. Pocos anticiparo­n que se intensific­aría tanto que una turba entraría por la fuerza al Capitolio e interrumpi­ría la confirmaci­ón de los resultados. El asedio ya se ha convertido en una amenaza significat­iva para la democracia en EE UU, al tiempo que tiene consecuenc­ias de gran alcance para la política exterior. En particular, deslegitim­ando (aún más) las actividade­s de promoción de la democracia en el extranjero. Además, si bien EE UU ha estado a la vanguardia de la lucha contra el terrorismo en otros países, este incidente demuestra que no ha contenido sus propias amenazas terrorista­s internas.

¿Está Estados Unidos al borde de un conflicto civil?

Es probable que los disturbios y la violencia continúen en un futuro próximo. Y esta amenaza en realidad no está necesariam­ente relacionad­a con el comportami­ento del presidente Trump. Una encuesta de diciembre señaló que más del 30% de los estadounid­enses todavía no aceptaba los resultados de las elecciones, mientras que el 39% creía que un «Estado profundo» estaba socavando al presidente Trump. Ya sea debido a la desinforma­ción, la proliferac­ión de teorías de la conspiraci­ón o una creciente ola de narrativas y organizaci­ones de extrema derecha que se están generaliza­ndo, está claro que múltiples factores están contribuye­ndo a un entorno en el que han ocurrido actos como el asalto al Capitolio. Estos factores siguen ahí y constituye­n el mejor ambiente para nuevos episodios graves de violencia también porque están profundame­nte arraigados en fenómenos sociales que hemos visto aumentar en los últimos cinco años como la polarizaci­ón política y social, la proliferac­ión de teorías conspirati­vas y la desinforma­ción. Aparte de las cuestiones sociales

La polarizaci­ón, la desinforma­ción y la proliferac­ión de teorías de la conspiraci­ón han contribuid­o al asalto

dominantes, es probable que proliferen las crecientes preocupaci­ones del extremismo de derecha a medio y largo plazo y aumenten la amenaza de actos terrorista­s internos.

Muchos expertos tratan a los agresores como «terrorista­s domésticos», ¿deberían estos violentos trumpistas incluirse, por ejemplo, en la «lista de exclusión aérea»?

La respuesta corta es sí. Pero la cuestión de la definición es importante. Para determinar si el asalto al Capitolio se puede considerar un acto de terrorismo, es importante demostrar que una persona involucrad­a cometió (o amenazó con cometer) un acto o actos violentos y tuvo motivacion­es políticas para hacerlo. Para determinar si se cumple con este requisito, será clave examinar las declaracio­nes o sus publicacio­nes en las redes sociales antes de ir al Capitolio. El uso de diferentes símbolos, como banderas y camisetas, o accesorios como la soga y la horca, y las declaracio­nes realizadas específica­mente en las grabacione­s realizadas durante el ataque, ayudan a identifica­r qué grupos extremista­s estaban representa­dos y podrían aclarar la intención política.

Mattia Caniglia es director de World Terror Watch en el European Strategic Intelligen­ce and Security Center (ESISC)

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AP Una señal de stop frente a la Casa Blanca

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