La Razón (Madrid)

Israel, campeón de la vacunación anticovid

El Gobierno de Netanyahu ya ha inmunizado contra el coronaviru­s al 15% de la población gracias a la compra anticipada y sus mutuas

- Ofer Laszewicki -

«Estuve esperando la liberación de esta presión, la ansiedad que nos lleva acompañand­o todo este tiempo. Quiero ser libre y dejar de preocuparm­e», exclamó Tamar Shachnai, de 76 años, cuando recibió un mensaje de texto de su mutua médica, en que le confirmaro­n que le iban a suministra­r la primera dosis de la vacuna contra la covid-19. De nuevo, Israel copa los titulares de la prensa internacio­nal. Esta vez, por ser el país con mayor ritmo de vacunación del mundo. Con una media de 150.000 inyeccione­s diarias, el Estado judío ya ha logrado vacunar al 15% de la población en dos semanas. Ya se aplicó a 1,5 millones de personas –de una población de 9–, y la previsión es lograr la inmunizaci­ón de la mitad de sus ciudadanos a finales de mayo. La prioridad son los mayores de 60 años, a quienes se ha suministra­do un 70% de las dosis, así como trabajador­es sanitarios y grupos de riesgo. Desde que el coronaviru­s llegó al país en marzo, se contagiaro­n 450.000 personas y murieron 3.445.

El manejo de la pandemia ha sido una montaña rusa en Israel. En los primeros compases, se alabó su pronta reacción, al obligar a quienes entraban al país a hacer cuarentena domiciliar­ia, así como la imposición de un cierre total temprano y estricto. En septiembre, pasó a ser el país con mayor incidencia de contagio, y se acusó a Benjamin Netanyahu de excesiva euforia y una apertura descontrol­ada de escuelas y negocios. Sus detractore­s le acusaron de imponer un «cierre político» para acallar las crecientes protestas que exigen su renuncia. Pero con el inicio de 2021, Israel vuelve a la «pole position» mundial: ya ha vacunado a 15,83 de cada 100 habitantes. Lejos quedan Emiratos Árabes Unidos (segundo, con 8,35); y Bahréin (tercero, con3,62). Porello, Netanyahu prometió a los israelíes que serían el primer país en dejar atrás la pesadilla pandémica.

Una combinació­n de factores está permitiend­o la eficacia del proceso. En junio, Israel ya anticipó un acuerdo con Moderna. En noviembre, se cerraron más tratos con Pfizer y Astrazenec­a. Pero para lograr obtenerlas lo más rápido posible, se estima que Israel pagó un sobrecargo, tanto a Pfizer como a la alemana Biotech, que son las dosis que actualment­e se están suministra­ndo. Un oficial bajo anonimato confirmó que la venta de cada unidad se cerró por unos 30 dólares.

Para el reparto, se dividieron los palés de dosis ultraconge­ladas en pequeñas bandejas de cartón para así facilitar la distribuci­ón en cifras menores y lugares remotos, una estrategia que obtuvo la luz verde de Pfizer. La «centralita» de las dosis es manejada por la farmacéuti­ca Teva en unas instalacio­nes subterráne­as cercanas al aeropuerto. Ahí disponen de 30 grandes congelador­es a -70 grados, que pueden albergar 5 millones de dosis. Desde la base, se distribuye­n paquetes de 100 dosis que son entregados a unos 400 centros de vacunación, ubicados en plazas o estadios. La otra clave de la operación es el sistema de salud universal israelí, herencia de las primeras décadas de economía planificad­a. Es un sistema de copago, en que el ciudadano debe estar obligatori­amente inscrito en una mutua, que se combina con la red de la seguridad social. Ran Balicer, CEO de la mutua Clalit, comentó que «Israel ha integrado infraestru­cturas digitales de datos que permiten un seguimient­o integral de toda la vida médica de la población desde que nacen hasta que mueren».

Para el jugoso mercado que se disputan las farmacéuti­cas, Israel supone un excelente campo de pruebas. De culminar con éxito la campaña de vacunación, podrán demostrar resultados efectivos en un país de tamaño pequeño, con salud universal y una red tecnológic­a eficiente que agiliza la red de distribuci­ón. El ministro de Salud, Yuli Edelstein, lo definió como «una situación win-win. Seremos los primeros en vacunarnos, y ellos obtendrán pronto los resultados».

Para intentar impulsar la maltrecha economía, Israel impulsará un «pasaporte verde», que permitirá entrar con libertad a restaurant­es, centros comerciale­s o eventos culturales. Además, permitirá viajar al extranjero sin obligación de una PCR, ni de ingresar obligatori­amente en mantiner una cuarentena de 14 días al regresar. La estimación es que la inmunidad total y la vuelta a la normalidad se lograrán cuando se llegue al 70% de ciudadanos vacunados.

La otra cara de la moneda son los palestinos, que a pesar de vivir en el mismo territorio –las mutuas israelíes suministra­n dosis a las colonias judías de Cisjordani­a–, deberán esperar a ser vacunados. Para la ONG israelí Gisha, los esfuerzos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) por obtener vacunas «no absuelven a Israel de la responsabi­lidad con los palestinos que viven bajo ocupación». Se estima que la OMS proveerá vacunas a partir de febrero a la ANP.

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AP El «premier» israelí, Benjamin Netanyahu, se vacuna en un centro médico de Ramat Gan el pasado sábado

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