La Razón (Madrid)

«Mi hija me dice: ¿Cuándo vienes, papá?»

Estará un mes fuera de casa, pero tiene trabajo en el Mundial de Egipto con los Hispanos, campeones de Europa en 2020

- Francisco Martínez -

En tiempos extraños, la concentrac­ión de la selección de balonmano también ha sido diferente, como cuenta Joan Cañellas (Santa María de Palautorde­ra, 34 años): han estado menos tiempo juntos, han hecho más físico y les ha faltado algún partido por la nevada. También será un Mundial raro el de Egipto: el Covid y sin público. Es la cita previa a los Juegos Olímpicos, a los que los Hispanos tienen muchas ganas.

–El Covid, sin público... ¿Marcará eso el Mundial?

–En el sentido de la afición, se juega en Egipto, que es el anfitrión, y los demás, salvo Túnez, estamos en terreno neutral. Cuando las competicio­nes son en Europa países como Croacia mueven mucha gente, o Alemania. Ojalá nosotros moviéramos tanta, seguro que sería más fácil. Lo que sí puede marcar es si salen casos de coronaviru­s en jugadores importante­s o hay varios infectados en un equipo.

–¿Cómo está la pandemia ahora en Hungría [ juega en el Pick Szeged]?

–Cuando yo me fui en diciembre estaba mal. En Hungría, en teoría, la primera ola se llevó relativame­nte bien, mejor que en España, aunque también había bastante poca informació­n del Gobierno, pero no había tantas restriccio­nes y parecía que todo iba a ir por el mismo camino hasta que en noviembre cerraron todo. Es parecido a lo que pasó en marzo, abril y mayo, porque en Hungría nunca se nos ha prohibido salir a la calle a hacer deporte o pasear con los niños.

–¿Cómo lo ha vivido?

–Miedo no he tenido, por suerte. Digo por suerte porque creo que esto tiene relación con las experienci­as cercanas que hayas vivido. A nivel familiar o de amigos no he tenido casos o no han sido graves, entonces sigues teniendo respeto, pero no miedo. Eso sí, en el momento inicial había menos informació­n, estaba en Hungría, íbamos viendo los casos y la informació­n, y estando lejos de casa, con tus padres que empiezan a tener una edad y empiezan a ser más de riesgo, pues sí le das vueltas a la cabeza.

–¿Cómo encajó que se aplazaran los Juegos?

–Todo hacía presagiar que se iban a posponer. En nuestro caso nos puede afectar igual más que a otras seleccione­s, porque la mayoría somos bastante veteranos. El año pasado llegamos muy bien, la sensación era que en 2020 el equipo nacional estaba muy puesto en eso. En general esta generación tiene una cuenta pendiente con los Juegos y eso se nota cuando estás aquí dentro. Este año habrá que ver, porque hay compañeros que han cambiado de equipo, habrá que ver también cómo llegamos... En su momento fue duro, pero mira, al poco tiempo de estar confinados al salir a entrenar sentí dolores en la rodilla y me tuve que operar, por lo que no se sabe si hubiera podido

JOAN CAÑELLAS

Jugador de la selección española de balonmano

«Esta generación tiene una cuenta pendiente con los Juegos Olímpicos, y eso se nota cuando estás aquí dentro»

ir o no... Así que hay que aceptarlo y a partir de ahí a luchar este año si hay Olimpiadas para llegar en las condicione­s óptimas.

–Estado de emergencia en Tokio... ¿Le inquieta?

–No depende de nosotros. Veo lejos el momento de la normalidad, y, yo al menos, veo muy difícil que se disputen con público, habrá que ver los intereses de la gente, los organizado­res... La intención mía y de los veteranos es jugar esos Juegos e intentar ganar la medalla que nos falta. Si estamos aguantando muchos en la selección es por eso.

–Ir con la selección es también estar lejos de la familia un mes, y son ya muchos años...

–Además mi hija mayor ya es muy consciente de ello. Le viene bien que estemos la familia juntos, y este año lo hemos estado por las circunstan­cias, pero cada vez que me voy le cuesta más. Desde que me he ido cada poco me llama: «Papá, ¿cuándo vienes? Quiero que vengas». Hace poco no podía dormir porque estaba llorando porque quería que fuera. Y tuve que hablar con ella para calmarla y creo que lloramos todos: ella, mi mujer y yo. Sería la segunda o tercera noche de estar con la selección, y sabes que faltan tres semanas para verla, y es duro. Ellas siguen en Madrid intentando volver a Hungría desde el viernes [por la nevada]. Mi mujer necesita estar en casa, por trabajo y por estabilida­d mental, porque está mal por esta incertidum­bre, de ir cargando con las niñas, las maletas, de arriba abajo. A mí también me va a venir bien para poder centrarme en lo deportivo solamente.

–¿Al balonmano se juega con la cabeza o con el brazo?

–Soy un jugador de cabeza. Eso desde fuera puede hacer parecer que no estás metido o que no lo sientes, pero soy bastante calculador, estoy siempre dándole vueltas. Me llevo el trabajo a casa, pero evidenteme­nte hay un componente físico en nuestro deporte y no vale sólo con la cabeza.

–Explique lo de que se lleva el trabajo a casa...

–Veo los partidos, me hago apuntes, cuando termina el partido me cuesta dormir y repaso las jugadas a ver qué se puede mejorar. Y luego, las situacione­s dentro del equipo: a veces hay problemas, los jugadores estamos dentro del vestuario y sabemos lo que se respira, y no siempre lo que sienten o creen los entrenador­es es lo que realmente sucede, y yo a eso le doy muchas vueltas, y a veces me meto en jaleos por ello: cómo poder transmitir a los entrenador­es lo que piensan los jugadores, aunque a veces vaya en contra del propio entrenador.

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