Efecto boomerang
Dicen desde Podemos que el vicepresidente está callado porque no tiene competencias para paliar la crisis económica, el efecto de Filomena ni las consecuencias de la Covid. Y es que, por lo visto, garantizar las comunicaciones, el abastecimiento de alimentos, el suministro eléctrico, el funcionamiento de albergues, de hospitales, no son temas sociales, sino aritméticos o menores, vamos sin importancia. Lo importante es el acoso y derribo a la Monarquía.
Pablo Iglesias está bajo el efecto boomerang de sus hechos y palabras. Se presentaba como el salvador de la democracia y el restaurador de los derechos y se ha dado cuenta, tarde, de que las palabras no se las lleva el viento, que « el verba volant, scripta manent» de Cayo Tito al Senado romano fue dicho años luz de la revolución tecnológica y que tal vez hubiera de haber tenido presente aquello de: «Cuidado con lo que dices, dónde lo dices y a quién se lo dices».
Si hay un líder político que no se calla ni debajo del agua, ese es Pablo Iglesias y esta actitud silente, sin protagonismos, ni auto condecoración de medallas a la que nos tiene acostumbrados, le tiene que estar provocando una ansiedad de tal magnitud que no hay serie o película que no haya devorado e incluso es capaz de enumerar los próximos estrenos que tendrán lugar en las plataformas digitales.
Pero aunque amenace con la Monarquía o con la intromisión en el Poder Judicial, y ya que se olvidó del «ojo, cuidado con lo que dices», debería de tener presente la frase de Pérez Galdós: «El predicador que no practica lo que dice, no es predicador, sino un púlpito que habla». Para rehabilitarse, tal vez debería recusarse a sí mismo en el Parlamento porque el efecto boomerang también puede tener consecuencias electorales.