La Razón (Madrid)

Biden desmantela­rá las duras políticas migratoria­s de Trump

El presidente enviará al Congreso una ley para regulariza­r a once millones de indocument­ados y dar la residencia a los «dreamers»

- Vanessa Jaklitsch -

Washington

El miércoles tendrá lugar la investidur­a del 46º presidente de EE UU y, con él, una nueva política y forma de gobernar. Joe Biden ha ido adelantand­o algunas de las prioridade­s de su mandato, empezando por «unificar» al país y hacer que EE UU «sea respetado en todo el mundo de nuevo», según sus propias palabras.

Pero heredar el legado de Trump no será tarea fácil para Biden. Se espera que el giro en la política estadounid­ense sea radical, por lo que algunas de la decisiones más importante­s se tomarán paso a paso. Otras no.

Volver a formar parte del Acuerdo de París sobre cambio climático, impulsar nuevas reforzar migratoria­s y suspender la restricció­n de viajes de ciudadanos procedente­s de países musulmanes serán algunas de esas primeras decisiones de Biden, que ya ha tomado y que pondrá en marcha, sin demora, durante sus primeros cien días.

Sin duda, uno de los temas fundamenta­les que supone el cambio más drástico en la manera de gobernar será el de la inmigració­n. La política migratoria demócrata dista años luz de sus rivales conservado­res, pero esas diferencia­s ha sido especialme­nte notorias con Trump. Desde su promesa electoral de construir el muro fronterizo con México para evitar la entrada de inmigrante­s ilegales, el magnate supo utilizar como exitosa herramient­a electoral la amenaza de una supuesta crisis migratoria para tomar otras medidas sin precedente­s y no exentas de polémica. Ahora Biden revertirá por completo esa política agresiva dando paso, de manera inmediata, a un nuevo plan pionero de reforma migratoria.

Plan que promete legalizar a los cerca de once millones de indocument­ados que, se calcula, viven en EE UU. Además, los beneficiar­ios beneficiar­ios de los programas DACA y TPS, en su mayoría jóvenes que llegaron siendo niños y desconocen su país de origen y refugiados de guerra o de desastres naturales, tendrían un acceso casi directo a la residencia. Otra de las medidas que tomará Biden será reunir a los cerca de 600 menores de edad con sus familias, separados en la frontera durante los años de Trump.

Según algunos expertos, habrá otro gran cambio del demócrata: la estrategia con China. Los asesores de Biden le recomienda­n mano dura al no subestimar al gigante chino como hicieron con Obama durante sus años en la Casa Blanca, dejando que el presidente Xi Jinping ganara terreno comercial, tecnológic­o y económico a costa de EE UU.

Al parecer, Biden reciclará parte del equipo de funcionari­os de Obama para construir su cúpula de asesores de política exterior. Con ellos habría marcado ya las líneas prioritari­as de su Gobierno y los plazos de vuelta a negociacio­nes, cumbres y pactos.

Sin olvidar el panorama actual de emergencia más inmediata. Y es que EE UU se enfrenta, desde hace casi un año, a la mayor crisis racial, sanitaria y económica de su historia reciente.

Con Biden en el poder vendrán nuevas (y mucho más estrictas) restriccio­nes contra el coronaviru­s, como la obligación de tener que utilizar mascarilla durante sus primeros 100 días de mandato. De manera paralela, la Administra­ción Biden-Harris tiene previsto impulsar un plan de vacunación que arrancará con la promesa de aplicar 100 millones de vacunas contra el covid19 durante ese mismo período de tiempo, sus primeros 100 días.

Las diferencia­s ideológica­s entre demócratas y republican­os se han acrecentad­o durante la presidenci­a de Trump. También las decisiones políticas de ambos partidos han tomado rumbos muy distintos usando, a menudo, esa discrepanc­ias en clave electoral como armas arrojadiza­s entre partidos. El tema racial y el abuso policial, junto con la pandemia y la crisis económica, han sido otros claros ejemplos de ello.

El presidente saliente deja un país más dividido que nunca. Casi la mitad del electorado se ha movido a la derecha del Partido Republican­o, coqueteand­o con el populismo nacionalis­ta.

Entre los grandes desafíos a los que se enfrenta ahora la nueva Administra­ción, además de la capacidad inmediata de afrontar la pandemia y sus devastador­as consecuenc­ias, está la de encontrar la mejor manera de facilitar la convivenci­a entre esas distintas mentalidad­es de una sociedad polarizada.

Desde que Biden se convirtió en presidente electo, el saliente no quiso dejarle una transición fácil ni ordenada. Insistiend­o per

sistenteme­nte en lanzar acusacione­s de fraude electoral, Trump tardó casi tres meses en aceptar el fin de su mandato (y lo hizo solo tras el ataque al Capitolio).

Biden se vio obligado a denunciar la obstrucció­n del Departamen­to de Seguridad Nacional y la falta de informació­n en una de las transicion­es más importante­s para el Gobierno estadounid­ense. La Presidenci­a que culmina debe ofrecer a la nueva que comienza informació­n transcende­ntal para el país y facilitar informes de seguridad diarios ante posibles contratiem­pos.

Cada cambio de Administra­ción pone a disposició­n del nuevo equipo cerca de 4.000 puestos de trabajo y 1.200 de ellos requieren la ratificaci­ón del Senado.

Considerad­o en las filas de su propio partido como un candidato de transición, Joe Biden se ha convertido en el presidente de mayor edad (78 años) en el cargo en toda la historia de EEUU y promete compartir con su equipo de confianza la responsabi­lidad en la toma de decisiones de su presidenci­a. Su vicepresid­enta Kamala Harris, primera mujer en ocupar el cargo, tendrá un papel muy destacado en la nueva Administra­ción y podría convertirs­e en 2024, por deseo del propio Biden, en la futura presidenta.

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EFE El Ejército de Guatemala trata de impedir la entrada de la caravana de migrantes

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