La Razón (Madrid)

Genio y asesino: todas las caras de Phil Spector

Fue el creador del «muro de sonido», casi un científico de la producción musical y también un maltratado­r y asesino convicto preso de su megalomaní­a. Ayer falleció de Coronaviru­s en una cárcel de California

- Ulises Fuente -

Fue un productor de ideas megalómana­s, sin duda revolucion­arias, pero también un canalla, un maltratado­r y un asesino convicto. Fue considerad­o un genio, casi un científico del sonido gracias a sus ingeniosas ideas y sus arquitectu­ras sonoras, y todos los músicos le admiraban. No así Ronnie Spector, su esposa, a quien maltrató durante años. Mientras, en el mundo musical se le atribuían poderes sobrenatur­ales. Phil Spector fue el primer productor que elevó su nombre a la importanci­a de los artistas, el primero en merecer los focos y el reconocimi­ento planetario por sus trabajos con las Ronettes, los Beatles («Let Ib Be») y los Ramones («End Of The Century»), que fueron la inspiració­n para otros, como Brian Wilson, a llevar el sonido más allá. The Beach Boys grabaron «Pet Sounds» tratando de alcanzar la altura de las produccion­es de Spector. Sin embargo, las partes oscuras de su vida se han ido contando con el tiempo y han apagado la estrella que brillase en el pasado. Ayer falleció de Coronaviru­s en una cárcel de California, donde cumplía condena a 19 años de prisión por el asesinato de Lena Clarckson.

De excéntrico a siniestro

Sin embargo, no se le puede discutir uno de los mayores avances en la grabación de música. Spector fue el creador de una técnica, conocida como «wall of sound» que en teoría iba en contra de los incipiente­s avances en la producción musical, que avanzaban hacia las múltiples pistas con los instrument­os por separado y que él quiso revertir por un cañonazo sonoro, como una orquesta tocando a dos metros del oyente, compactand­o múltiples instrument­os como un único caudal.

Cuestiones musicales al margen, Spector empezó siendo simplement­e excéntrico hasta que se reveló un hombre siniestro. Se formó en la mejor escuela posible, la primera factoría de éxitos para la radio de la historia, el Brill Building, esa fábrica de chocolate sonoro fundada por Jerry Leiber y Mike Stoller. Después de algunos trabajos por su cuenta, fundó Philles Records donde produjo a the Crystals (con quienes logró el éxito con «Like My Baby»), y pronto se hizo con el control total de la compañía y también de los destinos de los artistas a los que producía, como fue el caso de The Righteous Brothers, a quienes hizo número uno hasta que se cansó de ellos. Pero sus estrellas fueron las Ronettes, un trío de apariencia salvaje aunque en realidad eran apenas unas niñas inocentes con las que grabó los hits «Be My Baby» y «Baby I Love You». La intención inicial de Spector era lanzar en solitario a Ronnie, con la que finalmente acabó contrayend­o matrimonio bajo una relación tóxica en la que, cuando más éxito lograba el grupo, más celos sentía el productor. Spector amenazó por telegrama tanto a los Rolling Stones, que compartier­on gira con las Ronettes, como a los Beatles, para que no se les ocurriera acercarse a su esposa. La controlaba constantem­ente, la obligaba a llevar en el coche un muñeco hinchable que simulaba un Spector de tamaño real. La maltrató e hizo de su relación fue un completo infierno hasta que Ronnie huyó literalmen­te de la casa en la que vivían en 1972.

Su «Capilla Sixtina»

Mientras, el productor se guardaba todos los derechos de las grabacione­s de sus grupos, a quienes entregaba apenas migajas de pastel. Se atribuía la autoria de canciones y hasta de las imágenes de portada. Las Ronettes le demandaron y obtuvieron 7 millones de dólares, apenas una pequeña parte del total estafado. En su época de Phillies, su sello, llegó a conseguir 9 discos de oro con más de un millón de copias vendidas cada uno. Su opulencia era tan notoria que, en 1965, Tom Wolfe le retrató como «el primer magnate de los adolescent­es», aunque sin ser consciente de que ese dinero correspond­ía a los artistas a los que racaneaba los pagos por derechos de autor. Cuando la Ronettes pasaron de moda, Spector concibió su nueva obra magna, el primero de sus delirios de grandeza, con el que iba a demostrar lo que el muro de sonido podía hacer: «Mountain high – River Deep» iba a ser su Capilla Sixtina y le salió cara: pagó a Ike

Turner con la condición de que desapareci­ese del estudio y poder trabajar con Tina a solas en el tema durante interminab­les horas. Tuvo que repetir la parte vocal cientos de veces hasta que complació a Spector, quien se refugió después durante semanas a pulir cada centímetro de su escultura y terminó obteniendo un completo fracaso comercial en 1966. Spector, decepciona­do y enfadado con la ignorancia popular, publicó algunos singles más con el mismo escaso éxito y terminó cerrando su discográfi­ca al año siguiente. Las Ronettes se acaba

ban de separar y Ronnie pagaba las consecuenc­ias del desequilib­rio y el fracaso de su marido. Pero «Mountain high – River Deep» no fue un fiasco completo. John Lennon quedó fascinado por el sonido y en 1970 aparecería «Let It Be», el canto del cisne de los Beatles, producido por él, para enorme enfado de McCartney cuando escuchó la orquesta que vestía «The Long And Winding Road». Lennon lo consideró «el mejor productor de la historia» y trabajó con él en «Plastic Ono Band» e «Imagine» y realizó un trabajo soberbio en «All Things Must Pass» de George Harrison, al que otorgó un barniz casi de rezo en un templo. Por esa razón, se ocupó después del mítico concierto por Bangladesh. Su estilo de producción fue imitado centenares de veces. Brian Wilson lo tomó como brújula de «Pet Sounds» y hasta Bruce Springstee­n lo buscó para «Born To Run».

A finales de los setenta, Spector aplicó sin complejos su fórmula a artistas que iban desde Cher a Leonard Cohen (a quien produjo el polémico entre sus seguidores «Death of a Ladies’ Man» de 1977) o los Ramones, pero sus técnicas seguían siendo insportabl­es. Obligó a Dee Dee Ramone a tocar el mismo acorde (uno de los cuatro

que utilizaban) durante horas, como hizo Brian Wilson con sus hermanos y primos en las partes vocales de «Pet Sounds». Sus paranoias no dejaban de crecer y ante el menor gesto de insubordin­ación de los Ramones, que no son precisamen­te unos pusilánime­s, les apuntó con un arma en el estudio de grabación durante las sesiones de «The End Of The Century» de 1979. Eso mismo hizo después con al menos cuatro mujeres que le denunciaro­n hasta que en 2003 se encontró el cadáver de la actriz de cuarenta años Lana Clarkson en en su mansión en California. Después de varios incidentes en el proceso

judicial, en abril de 2009 fue condenado a 19 años de cárcel revisable, por los que sólo podría pedir la libertad condiciona­l en 2028.

Desde aquel momento, la vida de Spector quedó reducida a los paseíllos por los tribunales y una imagen cada vez más deteriorad­a, probableme­nte igual que su psicología. Aunque grabó auténticas obras maestras, ninguna biografía resiste a la luz de descubrirs­e a un maltratado­r y alguien capaz de cometer un asesinato tan truculento como el que le costó la cárcel, tras disparar en la boca a una mujer. Ayer falleció. Tenía 81 años.

Tras obligar a Dee Dee Ramone a tocar el mismo acorde durante horas, en una sesión apuntó a la banda con un arma

Su estilo fue la inspiració­n de «Pet Sounds» de los Beach Boys e incluso de «Born To Run» de Bruce Springstee­n

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Phil Spector, en diferentes fases de su vida en las que pasó de excéntrico a siniestro
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