Una fiebre de perdones
El magnate tiene previsto firmar otra batería de indultos –no menos de cien– entre los que podría estar Assange
Faltaba una última marea de indultos presidenciales. La tradición aconseja que en sus penúltimos días los presidentes salientes conceden graciosamente varios perdones. Lo hicieron todos o casi todos y Donald Trump había encadenado algunos muy sonados. Pero la batalla por los resultados electorales del 3 de noviembre, sus maniobras para tratar de impedir que los legisladores certificasen el resultado de los colegios electorales, parecía haber orillado la fiebre de perdones. Y eso que en todo este tiempo no se dejó de rumorear con la hipótesis de que Trump intente perdonarse así mismo, temeroso de que a sus problemas con el fisco pudiera añadirse los derivados del asalto al Capitolio.
Los medios hablaban de una larga lista de perdones posibles, no menos de cien, en la cuentan que figuran delincuentes de perfil bajo junto a otros de gran relumbrón, incluida alguna estrella de la música, médicos con buenos contactos en la política y, quién sabe, hasta el mismísimo Julian Assange, reclamado por la fiscalía de EE UU. Por supuesto nada generaría más controversia que perdonar a alguno de los implicados en los sucesos del 6 de enero. Las discusiones se habrían sucedido en los últimos días y otro de los nombres recurrentes era el de Steve Bannon, fiel asesor e ideólogo con el que rompió amarras pero nunca completamente, y hoy acusado de fraude en un oscuro caso relacionado, cómo no, con la frontera y el muro. Aunque la caída del ex periodista de Breitbart News fue notoria, aunque en su momento cruzaron epítetos poco amables, si alguien puede presumir de haber forjado la ideología trumpista, que pelea por subsistir en un partido republicano roto en dos mitades, es sin lugar a dudas Bannon. Hace apenas un mes de sus indultos a sujetos tan notables y notorios como su jefe de campaña en 2016, Paul Manafort, a su amigo, Roger Stone y al multimillonario
Charles Kushner, padre de su yerno, Jared, marido de Ivanka Trump. Cuando trascendieron, el senador republicano por Nebraska, Ben Sasse, habló de una maniobra«podridahastalamédula». Kushner contrató a una prostituta para que se acostara con su cuñado, grabar el encuentro y chantajearlo. Stone y Manafort, lobistas legendarios, mintieron a la fiscalía y al FBI. Igual que el al ex consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, celebre por haber engañado a los investigadores, y al mismísimo vicepresidente, Mike Pence, acerca de sus contactos con el embajador ruso en EEUU, cuando antes de las elecciones de 2016 le reclamó que Rusia no tomase medidas diplomáticas contra EE.UU. a la espera de conocer los resultados electorales. Fueron también sonados los indultos de otros dos condenados como consecuencia de la investigación del llamado «Rusiagate», George Papadopoulos, y el abogado Alex van der Zwaan.