Trump se va, el populismo se queda
Biden toma hoy posesión como presidente de EE UU en un Washington blindado por decenas de miles de agentes
Con la salida de Donald Trump EE UU pone punto final a cuatro años de nacional populismo y políticas disruptivas. Cuatro años de nativismo, discursos contrarios a la globalización y victimismo. Cuatro años de luces económicas, batallas culturales, discursos xenófobos, ataques a la libertad de expresión y enconamiento partidista. Cuatro años que en realidad vienen de antes, de movimientos como el Tea Party, y que cristalizan en una figura que en el país que reverencia la verdad fáctica fue capaz de decir más de 20.000 mentiras en menos de un lustro al tiempo que insultaba a los jueces díscolos, al FBI, los fiscales, los gobernadores, los científicos y los periodistas. Trump quedará como el líder que animó a sus secuaces a presionar a los legisladores y que trató de intimidar al vicepresidente Mike Pence, que por cierto no asistirá a sus fastos de despedida, para que violara la ley. Quedará también como el líder del milagro económico durante sus primeros tres años. Fue el político capaz de conjugar una fiscalidad virtuosa y el responsable de acumular un déficit público nunca visto. En un vídeo de despedida, el magnate presumió de ser «el primer presidente en décadas que no ha comenzado nuevas guerras». «Estoy especialmente orgulloso de ser el primer presidente en décadas que no ha comenzado nuevas guerras», su