AYUSO FRENTE AL LIBRILLO MEDIEVAL
Hay dos modelos: el de quienes apuestan por cierres radicales y el que abandera Madrid
CuandoCuando en plena Edad Media la Peste Negra causó estragos en Europa y la Medicina no logró encontrar una fórmula con la que enfrentarse a esta enfermedad, se optó por aislar a los contagiados. Durante cuarenta días. Sin posibilidad de contacto con ellos, no había riesgo de caer víctima de la peste. Nació así el término «cuarentena». Ahora, en plena tercera ola de coronavirus en el continente y en España, hay gobiernos que sólo contemplan las recetas medievales para doblegar la curva. Cerrar todo, aislamiento severo, cueste lo que cueste, adelantar los toques de queda, restringir, prohibir. Con los datos epidemiológicos actuales, parece claro que son necesarias las medidas restrictivas como fórmula para frenar los contagios. Lo que no implica necesariamente regresar a 1346.
Hoy en el Consejo Interterritorial de Salud se enfrentarán dos modelos de batallar contra esta tercera ola. El de las comunidades que apuestan por el cerrojazo masivo y el que abandera la Comunidad de Madrid. Su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, dejó ayer clara su posición en el debate abierto por Castilla y León para que las regiones puedan adelantar el toque de queda a las ocho de la tarde: «Las restricciones, para arruinar aún más a la hostelería en España, conmigo que no cuenten. No puedo ser más clara. Ni a la hostelería, ni a los comercios ni a la iniciativa privada ni a tantas familias». Madrid seguirá apostando por el cribado masivo en los puntos de la comunidad en los que circula el virus de forma más descontrolada –test, test, test, que diría la Organización Mundial de la Salud– y por el cierre perimetral de zonas básicas de salud. Para esto último no estaría de más que el delegado del Gobierno, José Manuel Franco, echara una mano a los ayuntamientos.
Madrid seguirá defendiendo, al menos hasta el día 31, el toque de queda a las 23 horas y el cierre comercial una hora antes. Porque, tras la pandemia, sería conveniente que el solar económico que nos encontremos no se parezca también a la Edad Media.