La Razón (Madrid)

El Real Madrid vuelve a bailar

- POR JOSÉ AGUADO

Con una primera parte estelar de Kroos y Modric y un Hazard más activo que nunca, el equipo blanco pasó por encima del rival

Modric afinó el exterior de su pie derecho, como el director de orquesta con la batuta, y ahí supo el madridismo que tocaba el día bueno tras tres encuentros consecutiv­os de penurias. En las academias futbolísti­cas se enseña a dar a la pelota con el interior, el pase de seguridad; a veces con el empeine, para pases largos, y el exterior se usa para tirar fuerte, con efecto, y que la pelota se vaya alejando en curva de su punto de partida. Modric pasa de eso, él saca el empeine para que el fútbol cobre vida, para demostrar a sus competidor­es que no va a ser fácil quitarle de en medio, para olvidar los malos rollos de días pasados, y puede que para empezar a construir el futuro. Si hay pase con el exterior, hay esperanza.

Y si a ese comienzo de la partitura de Modric se une Kroos, para seguir con el ritmo de la música, entonces ya se sabe que ha empezado la fiesta, así que, señores, empiecen a bailar. El tercer gol, cuando todavía no había acabado la primera parte fue el resumen de las mejores virtudes de Kroos: anticipaci­ón e inteligenc­ia para saber cuándo hay que ir a presionar, robo de balón y pase largo perfecto hacia el delantero que rompe la defensa rival. El fútbol, a veces, parece sencillo, aunque bien sabe el Madrid que no lo es.

Hazard hizo ese gol y quién sabe si será el estímulo definitivo para meterse de lleno en el Real Madrid, cambiar su papel de jugador perseguido por la mala suerte (porque lo de perseguido por los rivales y las faltas va a ser complicado que varíe) y convertirs­e en el jugador que cambie el humor irregular del Real Madrid y le abra una puerta para el futuro. El belga controló de miedo ese pase de Kroos y remató con clase. Antes, también había aparecido en el segundo tanto. No le sale mucho, pero pocos jugadores en el Real Madrid intentan jugar tantas veces al primer toque. Esta vez le quiso dar de tacón, rozó la pelota o ni siquiera la tocó, pero su plan se ejecutó igual de bien: la pelota llegó a Benzema para que hiciera un golazo.

Llegaron los goles como consecuenc­ia del buen juego. Ha habido partidos esta temporada en los que el Madrid ha sido dominador, pero después ha sido incapaz de convertir eso en goles, lastrado por su mala puntería o porque su entusiasmo decaía cerca del área. No sucedió contra el Alavés: el Madrid goleó y jugó fenomenal durante la primera parte.

Presionó arriba, robó rápido y encontró los huecos que tanto se le escondían otros días. El Alavés fue un muñeco a los pies de los centrocamp­istas y la movilidad de los hombres de delante. Asensio y Hazard ayudaban a los tres del centro del campo, Modric y Kroos hacían lo que hacen como nadie, mientras Casemiro, como siempre, iba apagando fuegos y llegando al área para rematar de cabeza, una habilidad que siempre ha tenido, pero a la que, durante este curso, le está sacando un beneficio insospecha­do.

Abrió el marcador tras un saque de esquina y allí, tan pronto aún, dio por perdido el choque el grupo de Abelardo. El entrenador asturiano maldecía en la banda y sus jugadores ya no pararon de correr en busca de la pelota, sin ningún éxito, desorienta­dos por la rapidez con la que el Madrid movía la pelota.

La segunda parte se jugó a otro ritmo, porque ya estaba todo el trabajo hecho, pero fue siempre un trabajo profesiona­l del Madrid, no como esas veces en las que el equipo blanco se deja ir y de repente se encuentra con un par de sustos con los que no contaba. Esta vez (y ya he repetido «esta vez» varias veces, porque ha habido otras malas veces este año), esta vez incluso cuando recibió un tanto y el miedo se apoderó de los aficionado­s blancos, que no se fían ni un pelo de nada, el equipo de Zidane, que ya apostaba por el control en vez de por el aplastamie­nto, se rehízo con un pase de Modric y otro gol de Benzema para alejar los fantasmas.

El partido dejó una lectura que ya ha hecho Zidane esta temporada: se fía de estos jugadores. Le

Benzema marcó dos tantos, pero el marcador lo volvió a abrir Casemiro de cabeza, un arma infalible este curso

faltó Ramos por Militao y Carvajal por Lucas Vázquez. El resto de las alineacion­es va a cambiar ya muy poco en los días importante­s y tampoco mucho en los no importante­s. Vinicius entró a la hora de juego por Hazard con el encuentro decidido, pero definitiva­mente es suplente en este equipo el brasileño, como casi todo el resto de jugadores que no forman el bloque en el que confía el entrenador francés.

Es el grupo de las noches grandes y los días de baile. El objetivo es que la música no pare.

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Benzema y Lucas Vázquez celebran uno de los goles del Real Madrid ayer
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