La Razón (Madrid)

Boda por videollama­da en el Isabel Zendal

Una pareja de pacientes de covid-19 contrae matrimonio en el hospital de pandemias tras 14 años juntos y una petición de mano por WhatsApp

- FERNANDO Y ROSSY POR ROCÍO RUIZ

«He pedido matrimonio a tu madre y espero que lo apruebes. Sois gente de Dios y confío en vosotros. Deseo que me admitáis en vuestra familia para siempre. Por la iglesia no me puedo casar, porque soy divorciado, así que tendrá que ser por el juzgado. Y aquí, en el hospital Isabel Zendal» escribía Fernando Areces en un mensaje de WhatsApp hace unos días desde el hospital de pandemias a Óscar, el hijo de Rosario Ruiz Noguera, que a su vez estaba ingresado en hospital Rey Juan Carlos de Móstoles por Covid-19. Era una petición formal de consentimi­ento para contraer matrimonio con la mujer con la que había compartido su vida durante los últimos 14 años.

Rossy y Fernando enfermaron de covid-19 a finales de enero. Empezaron con fiebre alta, luego con tos persistent­e... Se marcharon de la mano al hospital La Paz por indicación del Centro de Salud. «No había camas para los dos, así que Fernando, que se encontraba más delicado de salud, estuvo en una mientras yo le acompañaba en un sillón en el que dormí durante dos días. A mí me dijeron que, si quería, podía continuar mi convalecen­cia en casa, pero no me sentía con fuerzas». Fue entonces cuando un médico les propuso ser trasladado­s al hospital Enfermera Isabel Zendal. «Yo dije que sí, que si íbamos a estar mejor atendidos, nos marchábamo­s. Pero algunas personas le comentaron a Fernando que era la peor de las opciones que podía haber escogido, que era un lugar donde te atendían mal, las comidas eran pésimas y había muy mala organizaci­ón. Estábamos asustados, pero ya no había marcha atrás porque habíamos dado nuestro consentimi­ento. Nos autoconven­cimos de que una cosa era lo que la gente dijera y otra lo que realmente ocurra allí», cuenta Rossy.

Los dos llegaron en la misma ambulancia que les trasladó desde La Paz al Zendal. Dieron sus datos y el teléfono del hijo de Rossy por si era necesario comunicar con él. Pero uno de los momentos

duros para Rossy y Fernando fue cuando, llegado el momento del ingreso, tuvieron que separarse: ella fue a parar a la parte destinada a mujeres y él a la de hombres. «Fue una situación horrible, me desgarró el corazón, de un momento a otro nos separaron sin apenas darnos tiempo a despedirno­s», recuerda aún con angustia y pesar.

Un día Rossy pidió permiso al hospital para poder visitar a Fernando. Estuvieron hablando durante una hora. Pero la emoción pudo con ella. «Me tuvieron que sedar, no sé qué me pasó».

Cuenta que fueron unos días de nerviosism­o y malestar por el virus y la distancia con Fernando. Los días transcurrí­an en el Zendal y Rossy observaba ya mejoría, al igual que Fernando, que evoluciona más lentamente. Fue entonces cuando recibió la petición de mano más inimaginab­le. «Cariño mío, ¿te quieres casar conmigo?», decía el mensaje de Fernando.

Rossy cuenta que ella y Fernando nunca habían pensado en casarse así que «cuando leí el mensaje casi me estalla el corazón, sentía mariposas por todo mi cuerpo, ni en sueños me hubiera imaginado algo así, fue algo maravillos­o que me estremeció». El jueves, al mediodía, contrajero­n matrimonio. Los enfermeros llevaron la cama de Fernando hasta una sala para que recibiera a la novia, que iba provisto de una pajarita para la ocasión. Ha habitación había sido adornada con globos y corazones. Había también un gran ramo que el hijo de Rossy le había regalado a su madre para la ocasión. Sonó la marcha nupcial de Mendelssoh­n y Rossy hizo su entrada en la sala en una silla de ruedas, vestida con blusón blanco y ramo de flores también blancas que le había llevado el jefe de enfermeros del Zendal. En la cabeza, llevaba una corona de flores de la que colgaba un pequeño velo. «Fue un momento hermosísim­o. No paramos de llorar de la emoción», dice Rossy.

La boda se celebró por videollama­da. Una jueza se encargó de celebrar el matrimonio civil con la que se comunicaro­n a través del teléfono. El personal del hospital se ocupó de facilitar todos los trámites administra­tivos para que la celebració­n pudiera llevarse a cabo. Hasta una enfermera se encargó de traer los anillos a la feliz pareja para formalizar el enlace. Rossy recuerda emocionada cómo desde la segunda planta del hospital empezaron a caer montones de pétalos de color rojo que acabaron en la cama de Fernando poco después de darse el «sí quiero» entre enfermeros, coordinado­res, auxiliares como invitados de excepción, que prorrumpie­ron en un sonoro aplauso para la feliz pareja. El ramo fue a caer a manos de la enfermera que cuida a Fernando. No faltó la tarta ni un pequeño rato a solas para la pareja tras la celebració­n.

Ella abandonó el Zendal con el alta hospitalar­ia en la mano y Fernando aguardará aún unos días más hasta su total recuperaci­ón. «Espero que cuando esté bien podamos hacer un viaje, aunque sea pequeño. Le quiero tanto... El covid nos ha unido».

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COMUNIDAD DE MADRID Fernando y Rossy en varios momentos de la celebració­n en el Hospital Isabel Zendal
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