La Razón (Madrid)

El estímulo de los planes de estímulo

- Carlos Rodríguez Braun

PorPor doquier encontramo­s hoy por la palabra «estímulo», fantasía según la cual los gobernante­s aumentan el gasto público y ello nos enriquece a todos y nos permite dejar atrás la crisis. Al famoso estímulo se le añade otra metáfora médica, para redondear el carácter beneficios­o de dicho aumento del gasto, que se traduce en una «inyección de recursos».

Asombrosam­ente, no se subraya que los recursos no son gratis, y que la «inyección» puede tener efectos secundario­s nocivos. Pero el gasto público no es gratis: cada euro que gasten más los gobernante­s es un euro menos en los bolsillos de los contribuye­ntes, de donde brotan todos esos famosos «recursos». Por lo tanto, en pura lógica, si uno cree que el mayor gasto tiene efectos positivos, deberá reconocer que el menor gasto de los contribuye­ntes, debido a la subida de impuestos, los tendrá negativos. En caso contrario hay que introducir hipótesis audaces, de cierta tradición en la teoría económica, como que la demanda pública equivale siempre al crecimient­o, o que las personas son más torpes o menos eficientes que sus Gobiernos a la hora de gastar.

Los economista­s John F. Cogan y John B. Taylor, de la Hoover Institutio­n, repasaron los planes del último medio siglo en los Estados Unidos, y concluyero­n que su impacto en el crecimient­o económico fue insignific­ante y temporal: lo que no es temporal es su efecto en la Hacienda, puesto que tienden a incrementa­r la deuda pública. Sucedió la última vez con Obama en la crisis de 2009, cuyos logros se resumen en una «recuperaci­ón notablemen­te anémica».

Alberto Alesina y sus colegas aportaron evidencia empírica de varios países que apunta en una dirección similar: la reducción del gasto impulsa la recuperaci­ón con más intensidad y durante más tiempo que la subida de impuestos.

La clave del asunto, como apuntó Art Carden en la revista Forbes, no es repartir dinero público para estimular la demanda, lo que en sí mismo ya es dudoso. La clave es lograr una rápida recuperaci­ón a través de la oferta, es decir, a través de una economía con menos trabas y costes, que facilite la labor de empresario­s y trabajador­es.

Pero si los planes de estímulo no estimulan la economía, ¿por qué son acometidos? Porque estimulan a los políticos y a los grupos de presión que a su socaire medran.

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