La Razón (Madrid)

Banqueros, bancos y la coartada de la COVID-19

Los banqueros han aprovechad­o las medidas extraordin­arias que han tenido que tomar por la pandemia para limpiar también sus patios traseros de problemas que en circunstan­cias normales les hubiera sido más difícil abordar

- JESÚS RIVASÉS

OdgenOdgen Nash (19021971), poeta satírico norteameri­cano, llegó a estudiar en Harvard, pero no logró graduarse y dejó poco recuerdo suyo en aquellas aulas. Uno de sus primeros trabajos fue el de vendedor de bonos en Wall Street, con un éxito perfectame­nte descriptib­le. Tan solo consiguió vender un bono y, además, a su madrina. No obstante, su paso fugaz por el mercado de valores le permitió formarse una opinión del mundo del dinero y de sus protagonis­tas. Años después, ya famoso, escribiría que «los banqueros son exactament­e iguales que las demás personas, solo que más ricos».

Los banqueros, al margen del dinero y porque son como los demás, intentan aprovechar todas las oportunida­des y procuran aplicar el principio que condensarí­a la filosofía del Estoicismo: «hacer, de la necesidad, virtud». Las cuentas de resultados de los grandes bancos españoles de 2020 y la liturgia de su presentaci­ón pública son, sin duda, uno de los mejores ejemplos. Ana Botín (Santander) cerró el miércoles la ronda que, como en los últimos años, inició otra mujer, María Dolores Dancausa (Bankínter) que, además, están al frente de la mayor y la menor de las grandes entidades financiera­s españolas.

Los seis –que a partir del primer trimestre serán cinco por la fusión CaixaBank-Bankia– primeros grupos bancarios españoles perdieron en conjunto el año pasado, el año de la pandemia, 5.536 millones de euros. El Santander es el que presenta más números rojos, hasta 8.771 millones, mientras que los mayores beneficios fueron los de CaixaBank, en su último ejercicio en solitario, con 1.361 millones, un 19% menos que el año anterior. El resto de bancos también sufrieron lo suyo, con batacazos en los beficios que van desde el 99% del Sabadell, al 42,4% de Bankínter, mientras que los del BBVA bajaron un 62,9% y los de Bankia cayeron un 57,6%.

Los bancos viven tiempos difíciles con el precio del dinero –los tipos de interés– por los suelos o incluso por debajo. La pandemia de la COVID-19 y las medidas monetarias para hacerle frente han complicado más el negocio bancario y el futuro es incierto, como insisten en el Banco Central Europeo que preside Christine Lagarde. La crisis sanitaria, sin embargo, ha ofrecido a los banqueros españoles –también a los de otros países– la posibilida­d de limpiar sus cuentas sin necesidad de sonrojarse, incluso con el aplauso de accionista­s que, en otras circunstan­cias, habrían puesto el grito en el cielo. Los bancos han destinado cantidades multimillo­narias a lo que en la jerga el sector se denominan «provisione­s». Todo como consecuenc­ia de los efectos de la pandemia y también para hacer hucha para un futuro difícil, en el que se prevén alzas importante­s de la morosidad. La habilidad de los banqueros, con Ana Botín a la cabeza, ha consistido en que han aprovechad­o la circunstan­cia para incluir en los ajustes por la COVID-19 distintos problemas que arrastraba­n cada uno en sus balances y no todos achacables a la pandemia. En otros momentos, aflorar esas dificultad­es les hubiera pasado una factura mucho mayor que ahora, lo que no quiere decir que no haya víctimas ni apuros para algunos. En definitiva, la COVID-19 también ha servido de coartada para casi todos, desde Botín a Dancausa, pero tambén para Torres (BBVA), Oliú (Sabadell) y Gortázar (CaixaBank) y Goirigolza­rri (Bankia), esto más allá de la fusión, para ordenar sus respectivo­s patios traseros.

Existía también el riesgo de que la canalizaci­ón de los créditos de ICO a través de la banca sirviera para prolongar y enmascarar situacione­s agónicas previas de clientes crediticio­s. El sacrosanto temor al poder, entre otras cosas, lo ha impedido. Los banqueros, que en privado no dudan en criticar al Gobierno de Sánchez, se cuidan mucho de hacerlo en público y a lo más que llegan, como Ana Botín, es a reclamar ayudas directas para pymes y autónomos. La mayoría callan y asienten e incluso algunos, como Carlos Torres, tras un ejercicio enrevesado para él y para su banco, aprovechar­on la presentaci­ón de resultados para alabar al Gobierno bien alto «porque ha facilitado la superviven­cia de empresas y ha evitado que muchos acaben en el paro». Odgen Nash, sí, tenía razón y los banqueros, aunque más ricos, también son como las demás personas.

Los banqueros, que ‘‘son exactament­e-como las demás personas, solo que más ricos’’, eluden criticar al Gobierno»

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