La defensa rehace el relato de Trump sobre el fraude
En la cuarta jornada del juicio político toca el turno a los abogados que podrían no agotar sus 16 horas de alegato y favorecer una votación sobre el caso hoy mismo
Los abogados de Donald Trump heredaron el caso hace una semana, después de la dimisión en bloque del primer equipo; también recibieron el legado de un caso inédito. Nadie, nunca, había intentado hasta ahora someter al «impeachment a» un ex presidente. También es cierto que no hay precedentes de un presidente acusado de incitación a la insurrección, después de haber negado la legitimidad de los resultados electorales y de haber presentado una cascada de demandas legales inédita en la historia política y judicial de EE UU. Pero 144 constitucionalistas y expertos en derecho de todas las tendencias políticas han publicado una carta donde acusan de «legalmente frívolo» el argumento según el cual las palabras del ex presidente estarían protegidas por la Primera Enmienda, que recoge la libertad de expresión. Entienden que «no impide que el Senado condene a Trump y lo descalifique para ocupar un cargo futuro».
El primer objetivo de los abogados era no irritar de nuevo a su cliente, muy descontento con la presentación que hicieron el primer día. Tampoco querían decepcionar a los senadores republicanos más necesitados de refugiarse en una defensa sólida: sólo con una batería de argumentos contundentes, con un alegato armado desde el mejor constitucionalismo, podrían justificar su voto contrario al «impeachment». La responsabilidad recaía en David Schoen, abogado penalista y experto en Derecho Civil, conocido últimamente por haber defendido a Roger Stone, el legendario y oscuro lobbista indultado por Trump, y Bruce Castor, ex fiscal de distrito en Pensilvania, entre 2007 y 2008, posteriormente abogado de prestigio, que no tuvo su mejor actuación en los prolegómenos del juicio político. La batalla por la teórica inconstitucionalidad del «impeachment» no era la única batalla en juego.
Los abogados presentaron vídeos en los que claramente puede verse la obsesión demócrata por liquidar políticamente a Trump desde el primer día en que llegó a la Casa Blanca. Los ejemplos son múltiples y destacaron las declaraciones de los líderes de la oposición relacionadas tanto con el «Rusiagate» como con el primer «impeachment», cuando Trump fue procesado por su llamada al presidente de Ucrania. Para Schoen «ese mismo odio e ira ha llevado a los gerentes de la Cámara a ignorar sus propias palabras y acciones y establecer un peligroso doble estándar». Conviene saber que Castor y Schoen no son dos abogados de opereta, y que ayer llegaron al Capitolio con los deberes bien hechos. A diferencia, por cierto, de los abogados de Trump durante la campaña, liderados por el errático y excéntrico Rudy Giuliani, y que hicieron un papelón durante los dos meses en los que coleccionaron una formidable serie de derrotas en los juzgados. Pero tampoco son dos leguleyos libres de polémicas. Schoen estuvo cerca de representar al financiero Jeffrey Epstein, acusado de pederastia, y según el «New York Times» lo entrevistó en su celda apenas ocho días antes de que el millonario se quitara la vida. En opinión de Schoen no fue un suicidio. Por su lado, Castor ha generado más de un titular vitriólico después de que como fiscal en Pensilvania hubiera rechazado procesar a Bill Cosby por un caso por el que finalmente, años más tarde, acabó condenado. «Esta es una retórica política ordinaria que es prácticamente indistinguible del lenguaje que ha sido utilizado por personas de todo el espectro político durante cientos de años», sostuvo otro de los abogados, Michael van der Veen, convencido de que cuando el ex presidente habló de que había que luchar para preservar la democracia democracia y defender el sistema no hacía sino acogerse a una tradición retórica que viene de Cicerón y abreva, multiplicada, en casi todos los grandes oradores políticos. Incluso si sus palabras fueran sospechosas de populismo, no conviene confundirlo con algo delictivo.
Extraer órdenes performativas de su palabrería, por incendiaria o escandalosa que resulte, sería tan exagerado e injusto como pretender que las personas son responsables de que un lunático malinterprete las metáforas y entienda que el lenguaje figurado es una orden de tipo performativo. Van der Veen ha hablado de «innumerables políticos han hablado de luchar por nuestros principios» y apareció en el «impeachment» para tomar el relevo de un Castor desprestigiado a ojos del presidente. Los senadores republicanos estaban citados para cenar juntos durante la noche de ayer. Previsiblemente saldrían a relucir las diferencias y todo quedaría listo para que hoy o, a más tardar el domingo, Trump salga vivo y limpio de su segundo «impeachment» en apenas un año.