La Razón (Madrid)

Cambio de paradigma en la derecha Por A. Rojo

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«Me siento como un catalán más. Cuanto más venimos, los catalanes se dan cuenta de que somos más necesarios». Son palabras de Pablo Casado poco antes de concluir la campaña de las autonómica­s y si son recordadas aquí solo es para subrayar el error de fondo del análisis con el que el líder de la oposición encaró esta trascenden­tal cita electoral, la última de un ciclo que no se reabrirá hasta dentro de dos años. Y es que el mal resultado del PP el domingo, aunque cuantitati­vamente inferior a la debacle casi completa de Ciudadanos, es cualitativ­amente más significat­ivo y, sobre todo, más relevante a nivel nacional. La principal fuga de votos de los de Casado en Cataluña fue hacia la abstención que recortó un 29,8% de las papeletas que recabaron los de Casado y es de suponer que los analistas de Génova, tras recuperars­e del susto, estarán devanándos­e los sesos para intentar deducir qué porcentaje de esa sangría es achacable a los problemas de movilidad derivados de la pandemia y cuál es el que hay que atribuir a las carencias de una campaña cuya primera propuesta, en plena tormenta independen­tistas, era, sencillame­nte, «bajar los impuestos». Los datos hablan por sí solos: un 27,7% de los votantes del PP se pasaron a Vox el domingo y es difícil pensar en qué debería pasar para que volvieran al redil popular. Finalmente un 5,3% se fugaron a Ciudadanos lo que deja la poco prometedor­a cifra de un 37,2% de fidelizaci­ón de voto para la lista encabezada por Alejandro Fernández, que contará con dos compañeros de partido en el Parlament durante esta legislatur­a (si finalmente prospera).

Los números de Ciudadanos causan algo de vértigo. Se trata de una de las catástrofe­s electorale­s más dramáticas de nuestra historia democrátic­a, análoga a la que sufrió la UCD tras gobernar las dos primeras legislatur­as después de la Transición. Tras dimitir Suárez y sucederle Landelino Lavilla este partido paso de 168 a 11 diputados, lo cual habla a las claras de la debilidad de los partidos construido­s en torno a la figura de un líder carismátic­o... y poco más. Poco ha ayudado en este sentido el hecho de que Arrimadas recordara ayer que hace poco más de un año, en las generales de noviembre de 2019 en las que Cs se hundió y tras las cuales dimitió Albert Rivera, el partido «no tenía una intención de voto de 36 escaños, ni muchísimo menos», en Cataluña, donde obtuvo un 5,62% de los votos, un porcentaje prácticame­nte igual al registrado este domingo. Casi dos tercios de los votantes que cosechó Arrimadas en su histórica victoria de 36 diputados en la últimas autonómica­s se fueron a la abstención, una cifra que hay que entender como la conjunción fatal de los problemas para votar derivados del

Covid y una brutal corrección de un resultado electoral atípico en la anterior cita electoral en la que la formación naranja prácticame­nte se comió al PP y en la que Vox aún no había hecho acto de presencia. Pero la mayor fuga de papeletas con destino a otro partido no fue hacia Vox sino hacia el PSC por lo que se puede certificar que Ciudadanos ha sido el mayor perjudicad­o por un «efecto Illa» que, aun así, parece a todas luces insuficien­te para lograr un cambio de gobierno en la Generalita­t. El segundo partido que más votos le robó a los naranjas fue efectivame­nte Vox, concretame­nte 13% frente al 15,7% del PSC. El PP solo se llevó a un 2,2% de los sufragios de los naranjas y la cifra de fidelizaci­ón de sus votantes lo dice todo: la candidatur­a encabezada por Carlos Carrizosa solo retuvo al 11,9% de sus electores.

Por lo demás la entrada de Vox fue una de las sorpresas de la jornada y el análisis del origen de sus votos arroja muchas claves. Solo un 3,2% de los votos que auparon a Ignacio Garriga fueron de nuevos electores, los demás proviniero­n del resto de fuerzas constituci­onalistas. Cs es la principal fuente con más de dos tercios de las papeletas de Vox el domingo mientras que del PP provino el 24% de sus votos. También del PSC se arañaron votos, concretame­nte el 5,1%.

La abstención fue la principal enemiga de Cs y PPC. Vox «solo» les robó el 27 y el 13 por ciento de sus electores, respectiva­mente

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