Organización irracional de la vida cotidiana
Hay una anécdota curiosa que define bastante bien todo lo que estamos viviendo, en general; también en la Cataluña poselectoral. En los primeros meses de Guerra Civil, Salvador Dalí envió un carta desde París al responsable del Comisariado de Propaganda de la Generalitat catalana, el periodista Jaume Miravitlles, proponiéndole la creación de un departamento denominado «La Organización Irracional de la Vida Cotidiana», del que el artista catalán se haría responsable. Aunque eran amigos, Dalí no bromeaba en su propuesta. Una cosa es que Miravitlles apareciera como clérigo junto a Dalí en la película de Buñuel «Un perro andaluz», considerada una de las obras surrealistas por excelencia, y otra muy distinta era bromear sobre la cotidianeidad que vivía España en plena guerra civil. La respuesta del periodista fue tan clara como contundente: «No te necesitamos. La irracionalidad está perfectamente organizada».
Y aquí seguimos, 85 años más tarde, nadando en la irracionalidad cotidiana. Esa sensación de estar en el día de la Marmota, en un bucle del que nadie sabe sacarnos y del que nadie parece querer salir. La escena podría ser perfecta para una cinta de Berlanga o del propio Buñuel. Pero no sé si estamos para muchas películas teniendo en cuenta que no siempre contamos con los mejores actores ni directores para filmarlas. Recuerda más bien a una de Woody Allen donde se recoge la historia del hombre que va al psiquiatra y le dice: «Doctor, mi hermano está loco. Cree que es una gallina». Y el doctor responde «¿Y por qué no lo mete en un manicomio?», a lo que el hombre le dice muy serio: «Lo haría, pero necesito los huevos». Eso pensaba Allen sobre las relaciones humanas. Imagínense lo que podemos a llegar a pensar sobre la política. Huevos, gallinas, psiquiatría e irracionalidad.