La Razón (Madrid)

Atascos kilométric­os tras el cierre alemán

Impone controles con el Tirol y República Checa para frenar la cepa surafrican­a

- Rubén G. del Barrio - Berlín

El cierre de la frontera alemana con República Checa y la región austriaca del Tirol impuesto desde el domingo para controlar la difusión de la variante surafrican­a del coronaviru­s se tradujo ayer en atascos kilométric­os y en una prueba de paciencia para muchos. La Policía alemana impidió la entrada por carretera de aproximada­mente 5.000 personas y otras miles tuvieron que esperar varias horas en sus vehículos. Una de las carreteras más afectadas fue la A17, que conecta Praga y Dresden, donde un atasco alcanzó una longitud de 30 kilómetros.

Solo los alemanes y las personas con un permiso de residencia en Alemania pueden ingresar desde República Checa. Hay excepcione­s para médicos, personal sanitario y camioneros. También quienes viajan por motivos familiares importante­s, como el funeral de un familiar, pueden entrar en Alemania desde esa frontera. Sin embargo, todos deben mostrar su registro de entrada digital y una prueba de covid negativa. La mayoría carecía del registro de entrada o del test, lo que causó numerosos retrasos.

A pesar de todas la quejas e inconvenie­ntes, el Gobierno alemán justificó los controles fronterizo­s. El portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, calificó en una rueda de prensa ordinaria de «muy importante» y «extraordin­aria» esta medida para mantener la «evolución positiva» de la pandemia en Alemania. «El Gobierno alemán tenía que actuar», defendió el portavoz. Además, subrayó que no se trata de un cierre fronterizo, sino de «controles temporales», levantados como «última medida» para tratar de que «las variantes no se propaguen» por Alemania» como sucede en «algunos países vecinos».

Para garantizar los controles, se movilizaro­n a más de mil policías y la compañía ferroviari­a Deutsche Bahn suspendió las conexiones con estas zonas. Próximamen­te, las autoridade­s alemanas podrían también instaurar controles con la vecina región francesa de la Mosela, donde también se ha detectado una fuerte circulació­n de las variantes del virus.

Alemania controla sus fronteras terrestres con estos dos países desde el domingo, lo que ha limitado la libre circulació­n dentro de la zona Schengen y afectado a la actividad económica y las relaciones políticas. Austria criticó la medida, consideran­do que ya quedó demostrado la pasada primavera que este tipo de pasos no son efectivos a nivel sanitario y tienen graves repercusio­nes económicas y sociales.

El Gobierno austriaco concocó el domingo a los embajadore­s para discutir las restriccio­nes. «La medida está mal planeada y solo provoca caos», denunció el ministro austriaco del Interior, Karl Nehammer, y aseguró que la prohibició­n de entrada desde el Tirol es «completame­nte inaceptabl­e».

La Cámara de Industria y Comercio de Dresde protestó no tanto por los controles como por el poco tiempo que habían tenido las empresas para buscar alternativ­as. Uno de los sectores más afectados es el automovilí­stico, con importante­s suministra­dores más allá de la frontera. No obstante, Volkswagen, Audi y BMW aseguraron en sendos comunicado­s que la producción no se había visto alterada por los controles.

Medios alemanes apuntan que también sería posible que en los próximos días se instalasen controles en la frontera con Francia por la propagació­n de las mutaciones en las regiones colindante­s, algo que el Gobierno alemán asegura que por ahora no está previsto.

Austria critica la limitación a la libre circulació­n de personas por sus repercusio­nes económicas y sociales

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