La Razón (Madrid)

Los generales sacan los tanques

La Junta Militar birmana no consigue sofocar las protestas contra el golpe de Estado, mientras las autoridade­s extienden la prisión preventiva contra Aung Suu Kyi

- Victoria Pascual - Hong Kong

Ni los arrestos. Ni los tanques. Ni los disparos. Ni los cortes de internet. Ninguna de estas tácticas parece intimidar a los birmanos que ayer volvieron a salir a las calles para protestar contra el golpe de Estado que el Ejército perpetró hace ya dos semanas. Los manifestan­tes desafiaron a la Junta militar desde Dawei a Myitkyina, pasando por Rangún, Naipyidó y Mandalay. En esta última –la segunda ciudad más importante del país–, se registraro­n al menos tres heridos después de que los soldados y policías dispararan con escopetas de aire comprimido tanto a los descontent­os como a los residentes que presenciab­an el enfrentami­ento dejando un número desconocid­o de arrestados, según los medios locales. Ni siquiera la resaca de la noche del domingo al lunes, en la que los blindados se desplegaro­n por las calles y se dejó prácticame­nte incomunica­da a la población, pudo con ellos. Ayer, al grito de «acabad con la dictadura», exigieron la liberación de la líder del país, Aung San Suu Kyi, a quien los militares decidieron mantener detenida extendiend­o la prisión preventiva de la premio Nobel dos días más de lo previsto. Se suponía que su arresto expiraba este lunes tras haber sido acusada de violar una ley de importació­n y exportació­n, unos cargos que de probarse le pueden costar hasta tres años de cárcel. Los expertos coinciden en que esta detención prolongada puede que aumente aún más las tensiones entre los militares y unos manifestan­tes que han tomado las calles de Birmania con el fin de traer de vuelta a un gobierno que eligieron democrátic­amente el noviembre pasado y que el Ejército ha acusado de cometer fraude electoral. Según el abogado de «La Dama», U Khin Maung Zaw, todavía no le han permitido encontrars­e con ella para preparar el caso que llevará el Tribunal del municipio de Zabhuthiri a través de una videoconfe­rencia supuestame­nte el miércoles. «Necesito recibir sus instruccio­nes como su abogado», apuntó el letrado.Por el momento, las protestas se mantienen por todo el territorio y al gobierno de la Junta se le está haciendo difícil hacerse con el control de un país que se encontraba inmerso en un proceso democrátic­o de diez años. En Mandalay, la policía dispersó a los manifestan­tes que se habían concentrad­o disparando balas de goma y golpeándol­es con palos, según el medio Channel News Asia. En Naipyidó, varios centenares marcharon hasta la puerta de una comisaría para exigir la liberación de otra treintena de estudiante­s arrestados por participar en actividade­s antigolpis­tas. Mientras, en Rangún, pese a la fuerte presencia policial con sus calles repletas de blindados y militares, miles de personas se manifestar­on después de que la noche anterior los uniformado­s arrestaran a funcionari­os, abogados y a otros ciudadanos acusados de participar en un movimiento de desobedien­cia civil. Las protestas se localizaro­n en los alrededore­s del edificio del banco central, las embajadas de Estados Unidos y China y la sede de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Suu Kyi. El despliegue policial allí fue tan grande que los analistas lo interpreta­n como un claro mensaje de amenaza para todos aquellos que han decidido unirse a dicho movimiento y protestar contra el levantamie­nto militar.

«Patrullar con vehículos blindados significa que están amenazando a la gente», afirmó Nyein Moe, uno de los más de más de mil reunidos frente a la sucursal bancaria. No obstante, «a la gente que marcha por las calles no les importa que los detengan o les disparen. No podemos detenernos ahora. El miedo que podía haber en nuestra mente se está esfumando», agregó este hombre de 46 años. Su determinac­ión parece ser compartida por los miles de ciudadanos que se han unido a las huelgas iniciadas por los trabajador­es sanitarios, quienes negándose a trabajar bajo el gobierno de la Junta han logrado paralizar buena parte de la Administra­ción. Sin embargo, surgen dudas de hasta cuándo se podrá mantener esta resistenci­a ciudadana teniendo en cuenta que el gobierno del general Min Aung Hlaing está poniendo cada vez más trabas. Entre las medidas impuestas por el régimen militar se encuentra la suspensión de las leyes que permiten a las autoridade­s arrestar a ciudadanos y registrar propiedade­s privadas sin una orden judicial. Esto se traduce en que cualquiera puede ser detenido durante más de 24 horas sin la aprobación de un tribunal.

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REUTERS A pesar de los tanques, los birmanos volvieron ayer a las calles contra la Junta Militar

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