«¿Y AHORA, QUÉ?»
PuesPues poca cosa, admirado jugador, pese a que milite en un equipo que nos viene dando a los madridistas más disgustos que alegrías. A mi modesto entender, y aunque la pregunta es del todo pertinente, los independentistas catalanes ya han dado de sí todo lo que podía esperarse, que no era mucho. Me explico. Si el personal se ha dado de baja, no ha sido sólo por la pandemia. Si no, recuerde cuántos votaron el nuevo Estatuto y, tal vez, coincidirá conmigo en que para muchos vecinos de Cataluña, una vez superada la alarma del procés», esto vuelve a ser «cosa de los catalanes». Es una lástima, sin duda, pero nos llevaría a la melancolía abrir una búsqueda de culpables. A todo sumar, incluso los votos de los partidos extraparlamentarios, como el PDCAT, los separatistas han tenido el apoyo en las urnas de poco más del 22 por ciento del censo. Lejos del 37,6 por ciento de 2017, cuando las cosas estaban calientes y la gente fue a votar en masa. Unos porque, pese a la evidencia belga en contra, estaban convencidos de que «ara sí», y los otros porque se tomaron en serio a Junqueras y compañía y pensaban que les iban a levantar un cacho de país. Es decir, que el domingo, ya poca gente se jugaba nada. Así, que, ahora, toca ver cómo se organiza un gobierno a partir de unos partidos que, aunque nos parezca atenuado por el nacionalismo, aún juegan en el campo de las derechas e izquierdas, tienen parroquias con intereses y preocupaciones distintas –tipo, ¿eres okupa u okupado?– y, sobre todo, vuelven a mirar a Madrit, porque hay mucho que rascar de un Gobierno en minoría parlamentaria. Las gentes del común, tampoco es que tengan muchas expectativas de que las cosas de su día a día vayan a cambiar. Con pandemia o sin pandemia, los problemas estructurales persisten con una tozudez pasmosa. En Cataluña, por supuesto, pero, también en el resto de España. Y, qué cosas, no creo que veamos a Illa o a Aragonés hacer milagros.