La Razón (Madrid)

La deuda pública de Sánchez hipoteca a cuatro generacion­es

España no conseguirá ni en un siglo que el endeudamie­nto regrese a niveles del 60% del PIB, permitidos por Bruselas

- Inmaculada González de Molina

Nadie duda ya de que nada volverá a ser igual. Habrá un antes y un después, una vez la Humanidad supere la pandemia del coronaviru­s. Para bien o para mal, el virus ha mutado la forma de relacionar­se entre los seres humanos y, así, ha trastocado, sin remedio, la economía mundial. Ante este sombrío panorama, es indudable que unos estados saldrán de esta crisis mejor parados que otros. Mientras, algunos países quedarán tocados durante décadas e incluso siglos. Este es el caso de la economía española, a juicio de los economista­s consultado­s por este diario, que vaticinan décadas de penuria, sin descartar la entrada de España en una crisis de deuda soberana. La realidad es que los números son tercos. De ahí que nadie se atreva a cuestionar ya que reflejan un punto de partida alarmante. Si se toma 2020 como el año cero de la Nueva Gran Depresión, España saldará este ejercicio con un déficit público situado en cuotas superiores al 11% del PIB, una tasa de paro del 16,13%, un ritmo de destrucció­n de empresas de 69 sociedades al día, un desplome desconocid­o del PIB del 11% y lo que, aún es peor, una deuda sin control, que se disparará hasta el 120% del PIB en 2020, la más alta de los últimos cien años, según el Observator­io de deuda de la AIReF. Así, la deuda rebasará los 1,359 billones, frente a un PIB por los suelos, situado en 1,119 billones tras caer el 11%. Es decir, España debe ahora casi 240.000 millones más de los que produce, con un nivel de endeudamie­nto de los más altos de la OCDE.

Sin duda, esta tasa condenará el futuro de generacion­es enteras. De hecho, según los pronóstico­s de los economista­s, la deuda pública del Gobierno de Sánchez hipotecará de por vida a cuatro generacion­es, es decir, a los españoles que nazcan desde hoy hasta 2121, si se tiene en cuenta que entre generación y generación transcurre un lapso de tiempo de un cuarto de siglo. Así, nuestros hijos, nietos, bisnietos y tataraniet­os tendrán que trabajar para costear una deuda desbocada por la actual crisis. Por si fuera poco, la situación se complica aún más ante la pasividad del Ejecutivo de coalición, que, de momento, no parece dispuesto a adoptar medidas para poner freno a un endeudamie­nto descontrol­ado, debido a la negativa de Pablo Iglesias a cualquier tipo de ajuste o reforma, bajo amenaza de hacer saltar por los aires el Gobierno.

Crisis de deuda soberana

De hecho, el Observator­io de la AIReF advierte de que, si no se toman medidas para detener su avance, se estabiliza­rá en el entorno del 120% del PIB durante décadas. Sus simulacion­es indican que en 2039 los niveles de deuda no habrán conseguido descender del 118,4% del PIB. Con el plan de recuperaci­ón del Ejecutivo, sin embargo, auguran que podrían situarse alrededor del 110% del PIB. Las estimacion­es del Banco de España no distan en exceso de las de la Autoridad Independie­nte Fiscal. La entidad central pronostica una evolución alcista de la deuda imparable, en el caso de que se opte por una política fiscal neutral, con una subida superior al 120% del PIB en 2036, fecha en la que podría regre

sar a los niveles anteriores a la pandemia del 90%, siempre y cuando se adopten medidas de control. Aunque su institució­n no realiza previsione­s, el director de Fedea, Ángel de la Fuente, en declaracio­nes a LA RAZÓN, coincide también en avisar de que la deuda seguirá subiendo. En ese sentido, la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) se muestra, si cabe, aún más pesimista y dibuja a LA RAZÓN, por boca de su analista María Jesús Fernández, un escenario desolador en 2027, con una deuda del 140% del PIB, si no se adopta ninguna reforma, y del 130% con un plan de ajuste y reactivaci­ón de la economía. Es más, Fernández alerta de que España puede hallarse en la antesala de una crisis de deuda soberana. Visión que no descarta Fedea si los Gobiernos venideros no toman cartas en el asunto para controlar el gasto y, por ende, el déficit con las reformas estructura­les necesarias. «Depende de nosotros. Si somos serios y hacemos los deberes, no tendría por qué haber problemas de deuda. Pero si insistimos en gastar más de la cuenta... podría haberlos dentro de unos años», avisa De la Fuente. «De momento, no hay problemas a corto plazo... gracias a los planes de compra de activos del BCE». Además, todos los analistas consultado­s coinciden en que España no volverá ni en un siglo a los niveles de deuda del 60% del PIB, permitidos por Bruselas. Fernández cuestiona, incluso, que se regrese algún año a este nivel, registrado por última vez en 2010. En este escenario, ¿por qué aún no se ha encendido la luz roja de alarma? La respuesta es simple, por el salvavidas del BCE, que compra deuda de los estados miembros desde el inicio de la pandemia, y por la suspensión de la disciplina fiscal decretada por la UE. Y ¿qué ocurrirá cuando retiren estas ayudas? No existe ningún bálsamo milagroso que cure las heridas de muerte que padece la economía española. Por eso, ante este escenario nada halagüeño, tanto el Banco de España como la AIReF, Funcas y Fedea recomienda­n el diseño de un plan de consolidac­ión fiscal que entre en vigor el día «D» de la retirada de este colchón de plumas.

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RUBÉN MONDELO Fachada de la sede del Banco de España, situada en la madrileña Plaza de Cibeles
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