La Razón (Madrid)

El siglo de Marte: la exploració­n no ha hecho más que empezar

Este jueves llega al Planeta Rojo la tercera misión en lo que va de año y vendrán más

- Ignacio Crespo

Este jueves 18, a las 9:55 de la noche, la humanidad aterrizará un nuevo «rover» en la superficie de nuestro hermano rojo y, como ya viene siendo costumbre, la NASA retransmit­irá el aterrizaje a través de su página web. Estamos viviendo tiempos convulsos en cuanto a lo que la exploració­n espacial se refiere. En apenas unos días Marte ha acaparado nuestra atención, primero con la sonda de Emiratos Árabes (Hope) y poco después con la china (Tianwen-1), y, sin embargo, el «rover» que está por llegar es diferente y merece cada ápice de nuestra atención.

Bajo el nombre «Perseveran­ce» se encuentra el vehículo marciano más avanzado que hemos creado y una de sus misiones principale­s es la búsqueda de vida en nuestro vecino espacial. El 18 de enero, mientras estemos cenando, «Perseveran­ce» empezará a decelerar para evitar estrellars­e contra la superficie marciana en una maniobra que popularmen­te se conoce como «los 7 minutos del terror». La intención es que, al igual que ya hizo «Curiosity» en 2012, «Perseveran­ce» aproveche esos siete minutos para reducir su velocidad de 19.300 kilómetros por hora a tan solo 3. Y esto es solo el principio. Puede que, desde nuestra canica azul, Marte se vea como un tenue fulgor rojizo, perdido en medio de la negrura de la noche. Sin embargo, es mucho más que un cliché decir que tras ese brillo hay un mundo esperando ser descubiert­o. La geografía marciana cuenta con cañones de hasta 11 kilómetros de profundida­d que se extienden a lo largo de 4.500 kilómetros cuadrados, como el Valle Marineris. Entre todo ese polvo del color de la teja se alza el volcán más alto de todo el sistema solar, el monte Olimpo, con sus 21 kilómetros de altura. Y si ahondamos más, posiblemen­te encontremo­s hielo e incluso agua líquida, de los cuales ya tenemos fuertes evidencias. Porque entre las muchas sorpresas que puede ocultar su topografía hay una que capta inmediatam­ente nuestra atención: la posibilida­d de que albergue vida. Precisamen­te por eso, «Perseveran­ce» (apodada ya como «Percy» por algunos) aterrizará en Jezero, el presunto lecho de un antiguo lago.

Más allá de la evidente relación entre el agua y la vida, la búsqueda en Jezero es una estrategia interesant­e por otros motivos. Los ríos transporta­n una gran cantidad de nutrientes con ellos, que se depositan junto con otros sedimentos formando un fértil limo, el mismo tipo de sustancia que abundaba en las orillas del Nilo y le valió su fama como cuna de vida. Un río que hubiera anegado Jezero en el pasado, habría podido dejar una zona especialme­nte rica en estas sustancias propicias para la proliferac­ión de vida, y en ella podría haber todavía restos, si no de vida como tal, al menos de sustancias orgánicas complejas o restos antiguos que nos hagan sospechar la existencia de vida en un pasado. En especial porque el tipo de materia arcillosa que suele abundar en estos lechos tiene una serie de propiedade­s que favorecen la conservaci­ón de las sustancias que los científico­s buscan.

Hasta ahora le hemos llamado a estos proyectos «exploració­n espacial» y sin duda lo son, pero con cada nuevo paso se difumina más la frontera que separa la exótica exploració­n espacial de la exploració­n a secas. Estamos viviendo un cambio y en los próximos años haremos ciencia de lo que solo había sido ciencia ficción. Ya hemos nombrado a la sonda Hope, que mapeará las condicione­s atmosféric­as de Marte durante dos años enteros, y Tiawen-1, que no solo observará al planeta rojo desde la órbita, sino que aterrizará en él para explorar la potencial agua helada que cubre Utopia Planitia. Y esta es solo la más reciente de las remesas de exploracio­nes marcianas, pero no será la última.

Promesas jugosas

Porque si nos fijamos en los detalles nos daremos cuenta de que hasta ahora todo han sido promesas realmente jugosas. Promesas rigurosas y relativame­nte fáciles de cumplir gracias a una tecnología puntera y al resultado de incontable­s cerebros, pero futuribles al fin y al cabo. Tenemos motivos para ser optimistas en cuanto a lo que la exploració­n espacial se refiere, y ahora que estamos aprendiend­o a doblegar la tecnología para que baile a nuestro son, hemos infundido vida en los sueños de los antiguos explorador­es, que en lugar de surcar los mares han renacido para surcar el universo. Cada día Marte está más cerca.

 ?? NASA ?? Ilustració­n del «rover» «Perseveran­ce» aterrizand­o en Marte con la ayuda de la grúa
NASA Ilustració­n del «rover» «Perseveran­ce» aterrizand­o en Marte con la ayuda de la grúa

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